Reportaje | La corona que le pesa a la Sagrada Familia

Reportaje | La corona que le pesa a la Sagrada Familia
Agentes municipales, en una intervención el bar King | quintana

Estos días, los vecinos de la Sagrada Familia están en pie de guerra: denuncian tráfico de drogas, pequeños hurtos y, sobre todo, molestias. Los residentes de la zona señalan con el dedo a sujetos con “mala pinta”, individuos que se dedican a beber todo el día en la vía pública, a haraganear, a dar voces y, cuando el alcohol que han tomado hace su efecto, a aliviarse en coches y portales. Los agentes asienten, identifican a los sujetos y toman nota, pero es poco lo que pueden hacer.


“A la mayoría ya los conocemos”, comentan. No puede ser de otra manera porque, siempre han estado allí, aunque hace años se les podía encontrar en la calle Barcelona, frente al polémico bar King (rey en inglés). Famoso por las molestias que causaban sus clientes a transeúntes y vecinos, con constantes peleas y gritos. Tampoco entonces parecía que se pudiera hacer gran cosa para solucionar el problema.


Pero, a finales de agosto de 2012, uno de los clientes degolló a otro con un vaso roto en el transcurso de una discusión, y estuvo a punto de matarlo. En octubre, una inspección sanitaria descubrió graves irregularidades y consiguió cerrarlo y el dueño anunció que no lo reabriría porque le había llegado la hora de la jubilación. Los parroquianos, despojados de su bar, se reunieron un tiempo en torno al banco frente donde estaba el King pero cuando también lo retiraron, se encontraron sin un sitio donde reunirse. Pero ahora parece que han coronado a la Sagrada Familia como su nuevo rey.


Difícil de atacar
“Poco a poco han ido bajando por la calle Tornos”, explican los policías, que consideran que los problemas que causan, “no son para tanto”. Es cierto que se dedican a beber alcohol todo el día y resultan molestos. “Pero no se puede detener a nadie por eso. Es es el problema, que es difícil de atacar policialmente”, insisten las autoridades sobre todo, como recordó el propio alcalde, Xulio Ferreiro, esta misma semana, cuando muchos de ellos residen en el barrio.


Normalmente, cuando se acaba con un foco de malestar o marginalidad, las personas que se congregaban en él no desaparecen, sino que se dispersan. Otro tanto ocurrió con Penamoa, el núcleo chabolista que era un foco de narcotráfico: cuando desapareció, el trapicheo se esparció en pisos por toda la ciudad. Alguno, por cierto, los vecinos de la Sagrada Familia denuncian que se halla en su barrio.

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