Reportaje | El cazador de hipsters analiza estos días a los que mece Inditex

Reportaje | El cazador de hipsters analiza estos días a los que mece Inditex
El escritor visitó la bodega Priorato, uno de los locales entrañables de la ciudad | patricia g. fraga

El antropólogo Iñaki Domínguez los lleva estudiando de cerca desde hace tiempo. Prueba está en el libro que publicó, “Sociología del moderneo”, donde le puso cara a los hipsters, la subespecie que se prodiga en las calles y de la que da buena cuenta esta ciudad. Por eso se vino a esta esquina a pasar la Semana Santa y comprobar si es cierto eso del fenómeno Inditex. Si lo es, afirma, no es más que la confirmación de esa tendencia que hay en las ciudades de provincia “donde se exagera el moderneo para demostrar que hay cosmopolitismo”.

En su guía del perfecto hipster se dan una serie de elementos que combinados ponen a andar en bicicleta a uno de estos con barba o con bigote, eso da igual, y que al contrario que las tribus de otras épocas como los punks o los hippies no se encuadran dentro de un movimiento musical: “Es una identidad con falta de valores, algo se mueve dentro del neofolk, pero no todo”. Así es que van mutando y compartiendo escenario con los traperos, que bajan la media de edad hasta los 20 y gustan del género que en España rapea y tiene bases electrónicas: “Llevan tatuada la cara y se ponen dientes de oro”. Esta estética guarda similitudes, explica, con los bacaladeros de los 90 con chándal, pero con mucho trash en el disco duro. Usan plumíferos Pedro Gómez y aman a C. Tangana y su hit “Llorando en la limo”, en el que el cantante asegura que la depresión le cogió en un Ferrari.

El experto lamenta desde la cuna de Inditex que el moderneo barra locales con solera: “La globalización nos da un tipo de estéticas replicadas. Es muy triste y en Madrid se están perdiendo bares castizos”. Algunos son elegidos por los hipsters “para hacerse los guays”, igual que rescatan a Los Chichos y leen libros de Carmen de Mairena en ese afán de descolocar que hace más amplio el abanico. Dice Iñaki que pueden tatuarse de forma discreta o dejarse tirotear por la pistola de tinta.

En la constelación de características, entran los viajes. Con Berlín en el ocaso, los hipsters toman Portugal como una segunda casa. También Islandia y se toman un Bloody Mary al mediodía porque toca, igual que toca el brunch. Al otro lado, en Canillejas, los traperos no viajan. Se nutren de comida rápida porque no hay tiempo que perder. Su objetivo es peinar a diario su barrio con mucho verso musicado en la guantera. Habrá que ver si A Coruña tiene denominación de origen en esto de “modernear”.

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