Los realojos de los chabolistas de La Toja siguen sin visos de acabar pronto

Los realojos de los chabolistas de La Toja siguen sin visos de acabar pronto
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Tras la actividad de los últimos días en el poblado de A Pasaxe, la jornada festiva de ayer fue muy tranquila, sin el ruido de las máquinas repasando una y otra vez el terreno donde hasta hace poco más de una semana se levantaba la nave de La Toja. Pero la reubicación está resultando ser más difícil que la demolición. Entre las columnas de la nave se levantaban siete chabolas y de momento, los Servicios Sociales han conseguido realojar solo a cuatro de los pobladores en pisos de Os Castros y de Eirís. El resto, aún aguarda. 

Uno de ellos es un Cristian, un joven de 20 años, que está en una especie de limbo. A él no hizo falta reubicarlo porque su vivienda tiene ruedas, así que cuando llegaron las máquinas, “me dijeron que me moviera un poco para allá y ya está”, recuerda. Lleva toda la vida en el poblado y tiene pocas esperanzas de abandonarlo, a pesar del plan de Hábitat Digno que ha puesto en marcha el Gobierno local. “Las de Servicios Sociales me han dicho que haga un curso, pero eso no me soluciona nada”, se lamenta.

Su caso, como el de Javier, un joven de su misma edad, presenta un problema especial. Por su juventud no pueden acceder a la Renda de Inclusión Social de Galicia (Risga). “Tienes que tener 25 años o tener hijos para que te la den”, explica. Sin un subsidio y sin un empleo, no tiene ningún medio de pagar un alquiler. Pero a pesar de casos como el suyo, la demolición de la ruinosa nave de La Toja ha despertado cierta esperanza en el poblado de que las cosas están cambiando por fin, después de muchos años. “Creo que nos quieren sacar a todos cuanto antes”, comenta uno.
Más de 35 años en el poblado 

La próxima en salir será Adelaida dos Santos, que también residía al pie de la ruina que la inmobiliaria Altramud, dueña del solar, derribó al semana pasada. Lleva 35 años viviendo en el poblado, y ha visto pasar muchas administraciones Ya abuela, ella fue una de las que habló con el alcalde, Xulio Ferreiro, cuando acudió a visitar el poblado hace ya casi dos años, y aunque dice que se ha hecho esperar mucho (esperaban que comenzara en septiembre), ya lo ve cerca.

“Me dijeron que a mí me sacan pronto. No saben cuándo, ni a dónde voy a ir, pero ya me marcho”, explica en la chabola de unos familiares, a escasos metros de donde se levanta la alambrada que ahora separa el poblado del solar despejado, del que Altramud ha conseguido recuperar la propiedad después de tantos años.

Vivir sin la chatarra 
Otros casos serán aún más difíciles de resolver para el Gobierno local. Por ejemplo, los de los chabolistas cuyo oficio es el de chatarrero (menos de diez)  a los que les gustaría que les trasladaran a una vivienda unifamiliar con espacio para poder almacenar el material que recolectan. 
Sin embargo, el Gobierno local pretende conseguir un cambio de mentalidad en el colectivo, dado que es ilegal acumular chatarra de manera descontrolada por motivos de seguridad.  l

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