“El Quijote se puso armadura para ser caballero andante”

“El Quijote se puso armadura para ser caballero andante”
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La investigadora en Historia del Traje, Ana Álvarez, pilotará desde hoy en la biblioteca González Garcés un taller sobre “El traje en la época de Cervantes”, cuatro sesiones de aprendizaje en las que analizará cuellos y demás aderezos de los personajes que poblaron “El Quijote” para constatar que las prendas eran claves para situarlos en una escala o en otra. La cita se repetirá hasta el viernes, de 17.30 a 19.00 horas y en ella, la que también diseña moda y es técnico superior en Ilustración, acercará la pluma de oro a través de las descripciones pormenorizadas de las vestimentas que gastaban los que él mismo se sacó de la manga. 
La actividad la cocinó en su cabeza la directora del centro, Mar Lauroba. Ella pensó en Ana para llevarla adelante y celebrar de una forma original los 400 años de la muerte de Cervantes. Así es que la experta cogió de la estantería el libro “Los tipos sociales y las indumentarias en El Quijote”, de Carmen Bernís Madrazo, para preparar cuatro sesiones donde aliñará más documentación y más prendas que no harán más que poner a desfilar no solo a la historia, sino también a la sociología y el arte. 
Y es que Ana cree que a los trajes no se le da la importancia que, en realidad, tienen, porque son joyas en si mismas, “los emblemas de las personas de esa época”. En este sentido, la entendida califica el libro inspirador como clave ya que su autora consultó fuentes primarias en la Biblioteca Nacional y comprobó leyes. 
Los asistentes solo tendrán que apuntarse en la web de la biblioteca y disfrutar de un recorrido por lo que Cervantes matizó con palabras para darse cuenta de cómo la tendencia de entonces enciende la bombilla de modistos de ahora: “Los diseñadores van a beber de ahí”. En su paseo por los tejidos, Ana confirmará que los ornamentos marcaron desde siempre la diferencia: “Él era muy consciente de que la imagen era fundamental”. 
El coste de las prendas hablará de una clase y de otra, al igual que la cantidad de aderezos. Es lo primero en que se fija don Quijote: “Él mismo se puso armadura, no solo como protección, sino también para ser caballero andante”. Durante toda la obra, el escritor introduce a los que aparecen por el camino a través de lo que llevan puesto: “Son descripciones muy detalladas” y si las clases bajas portan trajes sencillos y de componentes bastos, las altas se cubren hasta los pies.
Sin embargo, en Dulcinea comete una excepción porque “trastocó su imagen”. Cervantes le hace escalar en la pirámide. Le cambia su aspecto y la viste de ricos tejidos. En general, “‘El Quijote’ es una curiosidad de principio a fin”, en la que el lector tiene que ser igual de curioso que su autor porque “los vestidos contienen historia” y ponen en situación. 
Porque la novela no nació como libro ilustrado, Cervantes tuvo mucho cuidado en subir a su pasarela de los sueños prendas y todo tipo de complementos que ayudaron a hacerla grande y única en su especie.

“El Quijote se puso armadura para ser caballero andante”

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