Quemados, una unidad de referencia en Galicia por su calidad médica y humana

Quemados, una unidad de referencia en Galicia por su calidad médica y humana
El médico adjunto Juan Barreiro lleva 16 trabajando en la unidad | patricia g. fraga

En días como el que tuvieron que atender a la pareja que resultó herida grave en O Grove por el incendio de un catamarán, la Unidad de Quemados del Chuac se pone a trabajar desde el momento en que suena el teléfono. Son los servicios de emergencia del 061 avisando que trasladarán a los peores al centro de As Xubias. No tardarán mucho, así que el médico adjunto Juan Barreiro cuenta que en ese intervalo de tiempo recaban información y una vez entran en camilla, la contrastan en Urgencias para decidir qué hacer, si operar o los colocan en boxes, con camas como las de la UCI.
Y es que la especialidad es un pequeño hospital dentro del propio hospital. Aquí disponen de quirófano y las habitaciones están preparadas para pacientes críticos. Dentro, solo se puede estar con pijama quirúrgico, bata, gorro y zapatillas. Es una planta delicada, donde reciben un nuevo ingreso cada dos días.
Lo primero cuando entra uno por la puerta quemados como los de O Grove es reponer el volumen de líquido perdido, reanimarlos de forma hidroelectrolítica y acudir a la analgesia. Explica el médico que es fundamental tranquilizarlos. Quitarles el dolor y eliminar la ansiedad. Después, con el soporte respiratorio y la ventilación mecánica, se opta por meterlo en quirófano o acudir al desbridamiento enzimático, que no es otra cosa que eliminar la quemadura por medios químicos o mediante curas.
En ese momento están operativos dos cirujanos plásticos, otros dos intensivistas, cuatro enfermeros, dos auxiliares, un celador y un anestesista, más la ayuda de otras unidades que colaboran. La sexta planta está coordinada por Javier Valero, jefe del servicio de Cirugía Plástica y Quemados, Eugenia López, médica adjunta de la Unidad Quemados, Eva Campos, Supervisora de la Unidad de Quemados y el propio Barreiro.
Por esta puesta en escena, Quemados del Chuac es centro de referencia en Galicia. A la ciudad vienen los diagnósticos más crudos de A Coruña, Lugo, Ourense y Pontevedra y en 2017 conseguían la acreditación ISO 9001:2015 de Aenor, que los sitúa en la cima por el sistema de calidad que emplean. Comenta Barreiro que afortunadamanente está todo muy protocalizado. Los movimientos responden a pautas marcadas.
La media de los que pasan por sus manos tienen más de 50 años y guardan reposo entre tres y seis meses. Esto hace que su relación sea muy estrecha, tanto que “es un enfermo de por vida, por las secuelas que dejan las heridas y el vínculo que se produce es muy especial”. Muchos, añade, son “parte de la unidad”. Como el pijama que obligan a vestir.
La gravedad de una quemadura no solo viene dada por la profundidad de la herida. También por la extensión y el mecanismo porque no son lo mismo las eléctricas o las químicas. Son “mucho más graves que las de llamas”. Entre las tres coordenadas sale el veredicto.
Después, hay que sumarle factores agravantes como la hipertensión o las cardiopatías. En la unidad del Chuac ingresan sobre 150 personas al año. En los últimos, Barreiro señala que se mejoró la supervivencia y las cicatrices. Esto se debe al soporte vital y los medios de reanimación, nutrición y a la antibioterapia. Además, las técnicas quirúrgicas y de cobertura permiten curas menos agresivas a base de materiales sintéticos. En los 16 años que lleva trabajando en el hospital, explica que con el cambio de ubicación consiguieron más recursos, una evolución positiva a la que sumar la especialización del personal y de la propia tecnología.
Si bien el autoinjerto es la solución a la que recurren más antes y ahora, hay determinadas soluciones más eficaces y el hecho de mejorar el soporte respiratorio, les da más margen para pensar.
Normalmente, cuando el enfermo necesita implantar nueva piel, se la extraen del muslo y pese a que la idea es que se trata de lesiones muy dolorosas, Barreiro aclara que su estancia hospitalaria no es tan horrible gracias a la sedación: “Lo que sí es más problemático es el seguimiento postoperatorio, que requiere mucha paciencia ya que a veces se necesita realizar cirugías secundarias”.
Cada persona es un mundo, pero es fácil que todos pasen por altibajos durante su ingreso hospitalario. Mucho depende de la situación social, de su edad y el apoyo familiar. La fortaleza de cada individuo también influye y “no es que se cure antes, pero si está motivado lo hace todo más sencillo. Si se viene abajo, se retrasa”. El equipo trata de esquivar el quirófano que es más agresivo y opta siempre que se puede por el desbridamiento enzimático.
Es un tipo de lesiones difíciles, explica Barreiro, porque siempre pueden volver para atrás, “la evolución nunca es lineal” y como críticos que son, “tienen una vigilancia intensiva con un tratamiento intensivo”.

Mayores en soledad
Prevén complicaciones y aunque una buena proporción de quemados son debido a accidentes laborales y de tráfico, cada vez son menos por la formación laboral y de prevención que reciben en las empresas y por medidas como los controles de alcoholemia y las multas por no llevar el cinturón de seguridad. Lo que sí han aumentado son las quemaduras en personas con algún tipo de discapacidad, generalmente mayores que viven solos.
En cuanto a los niños, la mayor parte son escaldaduras o accidentes domésticos. Por la apariencia, una herida es catalogada de primer grado cuando se limita a un área enrojecida. Pasa al segundo en cuanto aparecen ampollas, edema e hinchazón y aumenta al tercero, en el momento en que se tratan de placas blanquecinas y retraídas, señala el doctor.
Barreiro se especializó en cirugía plástica. Le asignaron la unidad y está satisfecho porque con ellos, se desarrolló profesionalmente y como persona. Esto último no lo dice él, sino los pacientes, que hablan de que tiene un tacto distinto. Una sensibilidad superior. l

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