Los psiquiatras que examinaron al presunto parricida de Oza-Cesuras alegan que “sabía lo que hacía”

Los psiquiatras que examinaron al presunto parricida de Oza-Cesuras alegan que “sabía lo que hacía”
Médicos que atendieron o evaluaron al acusado declararon en la sesión de ayer | javier alborés

Los psiquiatras que examinaron al acusado de matar a su hijo el 7 de mayo de 2017 –Día de la Madre– en Rodeiro (Oza-Cesuras) alegaron ayer, en la cuarta jornada del juicio, que “sabía lo que hacía” y que “no tenía sus facultades alteradas” cuando se desarrollaron los hechos.
Los dos facultativos, que emitieron en enero de este año un informe en base a la evaluación que le realizaron en octubre de 2017 –meses después del crimen–, ratificaron su escrito y sostuvieron que Marcos M. es una persona con “plenas condiciones cognitivas” a pesar de padecer “trastorno mixto de personalidad con rasgos paranoides y disociales”. Al acusado lo han diagnosticado en base a su propia evaluación y la de otros psiquiatras que lo vieron anteriormente y los dos declarantes rechazaron que las patologías que padece puedan “anular su voluntad” o que no sea “consciente de sus actos”.
“Son personalidades frías, poco empáticas, con falta de remordimiento”, resumió uno de los dos médicos que emitieron este informe. Además, descartaron la posibilidad de que el día en que presuntamente cometió los hechos hubiese sufrido un brote psicótico. “Un brote no desaparece solo, necesita medicación y normalmente un ingreso hospitalario”, dijeron.
“Dice que no recuerda nada pero los hechos relatados en el sumario implican un conjunto de actos muy planeado y muy elaborado. No pudo olvidarlo, eso es sospechoso”, indicó una de las psiquiatras, quien mostró su malestar cuando el abogado defensor cuestionó la validez del informe debido a la juventud de ambos médicos. Estos destacaron, además, la “frialdad muy llamativa” que percibieron en el acusado y que “la capacidad de expresar sus emociones no existía” porque “no hubo una lágrima, no hubo nada, estaba serio y distante”.
Ingreso en Oza
Por su parte, una médico forense del Instituto de Medicina Legal (Imelga) –que junto a un compañero psiquiatra, que no pudo estar presente ayer, evaluó al acusado el 11 de mayo de 2017– sostuvo que el procesado estuvo ingresado en 2009 en el hospital de Oza, tras el divorcio de su exmujer, por “un trastorno psicótico relacionado con el abuso de alcohol”. A preguntas de la fiscal, la forense afirmó que en la entrevista que le realizaron al acusado el 11 de mayo, tras su detención, se presentó “colaborador” y no apreciaron síntomas psicóticos agudos, negó los hechos y manifestó no recordar lo que había pasado el día de autos.
Aseguró también que “no hay datos que indiquen” que presentara un trastorno psicótico delirante y, aunque el presunto parricida les manifestó que había abandonado el consumo de alcohol, reveló que a través de una prueba de su cabello se constató que había consumo etílico en los anteriores seis meses y compatibilidad con administración de Lorazepam.
Con relación a la amnesia que dijo padecer el presunto asesino, apuntó que “siempre sería posterior al hecho porque le resulta traumático o vergonzante” y negó que hubiera delirio porque, si hubiera sido así, habría actuado contra su exmujer o el abuelo materno y no contra su hijo.
Asimismo, la doctora indicó que a lo largo de su tratamiento psiquiátrico Marcos M. fue sometido a un test de personalidad en julio de 2016, casi un año antes del crimen, el cual rellenó completamente durante una hora y en el que se apreciaron valores significativos en los perfiles narcisista y agresivo-sádico. l

Los psiquiatras que examinaron al presunto parricida de Oza-Cesuras alegan que “sabía lo que hacía”

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