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miércoles | 24 abril | 2024
Es una visión que en las últimas semanas se ha hecho recurrente: la de agentes de la Policía Nacional concentrados ante la puerta de la comisaría de Lonzas y guardando cinco minutos de silencio en recuerdo de un compañero fallecido en acto de servicio. En este caso, el agente de 28 años que fue arrojado a las vías de un cercanías de Madrid por un magrebí. El policía murió aplastado por un tren y su agresor, que cayó con él, se encuentra en estado grave. La concentración sirvió también para reclamar tasers (pistolas eléctricas) con las que protegerse de esta clase de agresiones.
Esta opinión la comparten la secretaria regional del Sindicato Unificado de Policía (SUP), Sandra Castro, y José Manuel Juncal, su homólogo en la Confederación Española de Policía (CEP). Ambos están convencidos de que si Francisco Javier Ortega hubiera tenido una de estas armas, seguramente hubiera podido deshacerse de su agresor a tiempo.
“Ahora estamos llevando a cabo una campaña en las redes sociales a nivel nacional para conseguir que formen parte de nuestro equipo”, anunció Juncal. Sin embargo, Castro reconoce que será difícil convencer al ministerio de la necesidad de contar con estas armas, que permiten paralizar a una persona sin llegar a causarle daños permanentes. Sobre todo, teniendo en cuenta que no se equipa a los policías con el material que se supone que ya deberían tener, como son los chalecos antibalas o los guantes anticorte. En ese sentido, los sindicatos denuncian que, a pesar del reciente tiroteo en Vigo durante un atraco al banco en el que murió una agente y otro resultó herido de carácter muy grave, no se ha avanzado nada en el reparto de chalecos..
solo el 15%
En 2013, el Ministerio del Interior encargó 21.126 chalecos para las comisarías toda España. En los últimos dos años y medio a la provincia le han correspondido 355 y solo en A Coruña hay 630 agentes. Además, no siempre se reparten los chalecos nada más llegar, sino que se almacenan. El resultado es que, según el SUP, solo el 15% de los 540 agentes que prestan servicio en A Coruña llevan esta protección, que puede resultar vital para sobrevivir en un tiroteo.
La proporción es aún menor en el caso de las agentes femeninas: un 10%, lo que quiere decir 6 de entre 68 mujeres. La razón es que el chaleco tiene que ir adaptado a la constitución de la mujer, y que solo el año pasado comenzó a fabricarse un modelo específico. Pero, según reconoce Juncal, la Policía Nacional tiene siempre un problema de tallaje. “Ocurre lo mismo con los uniformes: las tallas más habituales escasean y se llevan más ajustadas o demasiado grandes”.
