La Policía Local impuso casi cien sanciones en el botellón en dos meses

La Policía Local impuso casi cien sanciones en el botellón en dos meses
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Inés Rey está decidida a pasar a la historia como la alcaldesa que acabó con el botellón en Méndez Núñez y para eso va a utilizar todos los medios a su alcance. Eso incluye campañas de concienciación y ofrecer alternativas de ocio más saludables que trasegar grandes cantidades de alcohol. Pero  es poco probable que los cientos de jóvenes que han hecho de Méndez Núñez su botellódromo vayan a marcharse solo porque el Ayuntamiento haya decidido designarlo Zona de Especial Protección (ZEP) en enero. Por eso Rey ya anunció que se recrudecerán las sanciones a partir del mes que viene. “Los policías locales han estado poniendo multas prácticamente en cada botellón que han vigilado”, aseguraba. En total, en dos meses, se han impuesto casi cien multas. 

El problema es que, técnicamente, beber alcohol en la vía pública en A Coruña no es delito. La ley de protección de seguridad ciudadana de 2015 señala que estará prohibido el consumo de bebidas alcohólicas “cuando perturbe gravemente la tranquilidad ciudadana” pero es difícil alegar eso en los jardines, alejados de cualquier vecino que pueda sentirse molesto por el ruido. Por eso la gran mayoría de las multas se imponen por miccionar en la vía pública, lo que contraviene la ordenanza de limpieza, pero también contra la convivencia y la seguridad ciudadana, refiriéndose a peleas o intercambios de insultos. En todo caso, los propios policías locales reconocen que se trata de casos leves, que en ningún momento llevaron a un arresto. Las multas pueden ser de cien euros, que se quedan en cincuenta si se paga en breve plazo, aunque pueden llegar a los 300 euros. 

No es la primera vez que se recurre a las multas por orinar en la vía pública como forma de presión. Se ha utilizado también en el entorno de la calle Vista, donde también han sido sancionados decenas de juerguistas que usaban las calles aledañas como urinarios. 

Pero la intención declarada de la alcaldesa es que muchas de esas multas puedan computarse por trabajos sociales o la asistencia a cursos sobre los peligros del alcohol. Los trabajos para la comunidad suelen ser difíciles de gestionar, puesto que deben realizarse sin interferir en el trabajo del condenado, pero en el caso de los estudiantes universitarios o de instituto, que son la mayoría de los asistentes al botellón, el horario para imponer estas penas es más flexible. 

Más rígida se muestra la alcaldesa sobre una posible mudanza, y advierte de que si los festejantes se dispersan “y forman doce minibotellones, habrá doce patrullas para vigilarlos”. A día de hoy, la presión policial ha servido para eliminar las reuniones que se producían en la plaza del Africano o en la Cormelana y de las que se quejaban los vecinos. La regidora había declarado al guerra al botellón en septiembre y comenzó reforzando la presencia de la Policía Local en este evento. Hasta entonces, los agentes municipales pasaban por Méndez Núñez como parte de su ronda, pero a partir del sábado 12 de octubre, se instaló un dispositivo permanente.

Contra los locales 
Esta severidad se extendió también a los locales de ocio nocturno, sancionando a aquellos que no respetaban el horario de cierre. Esto se ha traducido en un incremento muy significativo de las sanciones por incumplimientos de las ordenanzas municipales: hasta el 30 de noviembre se tramitaron 75 multas por incumplimiento de horarios en ocios nocturno, mientras que fueron solo 34 el año pasado, según consta en la memoria de la Policía Local.

Sin embargo, Rey no se mostró partidaria de utilizar la nueva ley de espectáculos de la Xunta, que permitirá a los municipios ampliar o reducir el horario de cierre de los establecimientos hosteleros en Navidad, Semana Santa, Carnaval y Fiestas. “Estamos en la vigilancia de su cumplimiento”, recalcó la alcaldesa. Al Ayuntamiento le preocupa los efectos que pueda tener sobre la salud de los jóvenes (y, sobre todo, los menores) el consumo masivo de alcohol, pero también el daño que tanta basura y tanta orina pueda causar en el patrimonio vegetal de Méndez Núñez. Tras eliminar estos inconvenientes, el objetivo a largo plazo del Gobierno local es solicitar por segunda vez a la Xunta que la zona sea Bien de Interés Cultural (BIC).

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