El poblado de O Portiño se aísla para mantenerse libre del virus

El poblado de O Portiño se aísla para mantenerse libre del virus
El explícito aviso se encuentra a la entrada del núcleo chabolista de O Campanario | pedro puig

El poblado de O Campanario, en O Portiño, es a día de hoy una zona libre de coronavirus, según afirma su portavoz vecinal, Carlos Gómez, que reconoce que se sienten afortunados. Por eso han instalado en el acceso al núcleo unos carteles en los que prohíben la entrada a extraños. Se puede leer en ellos que está prohibida la “gente de fuera” porque no quieren virus en el barrio y advierten de que tomarán medidas contra los infractores: “Habrá cachabazos”.

Dentro del poblado, la vida de sus más de 280 habitantes transcurre con normalidad, aunque se trata de salir al exterior lo menos posible, el caso es que nadie presenta síntomas, por lo que disfrutan del aire libre más que en el resto de la ciudad, aunque las viviendas de O Campanario sea de tamaño reducido.

Y como no quieren que se produzca ninguna infección, han prohibido la entrada a extraños e incluso han puesto vigilancia a la entrada. “Si no, no podríamos estar dentro del poblado”, aclara. A pesar de todo, el prolongado encierro pasa factura, sobre todo a los niños. Gómez, como padre de dos niñas, lo vive en sus carnes.

Por su parte, los residentes en O Campanario sí salen y entran normalmente del poblado para hacer sus compras imprescindibles, aunque siempre manteniendo las distancias. “Salimos, compramos y volvemos”, resume. Hay que tener en cuenta que Protección Civil les ha traído comida procedente del Banco de Alimentos para ayudarles a cubrir sus necesidades.

Economía sumergida

En cuanto a la actividad laboral, hay que tener en cuenta que la mayor parte del poblado de O Campanario practica la economía sumergida: casi todos los varones se dedican al furtivismo del percebe. Eso quiere decir que ninguno tiene una nómina, y que el parón de actividad los ha dejado sin ingresos. Sobre todo, porque al no haber apenas actividad hostelera no pueden vender el marisco que recogen, sea legal o no: “Ahora mismo no tenemos compradores ni tenemos nada”.

Afortunadamente, muchos tienen ayudas públicas, como la Renta de Inclusión Social de Galicia (Risga), lo que les permite salir adelante a pesar de las dificultades. Pero es previsible que su caída de ingresos se prolongue a lo largo del tiempo, puesto que el sector de hostelería será de lo último que abra –“Eso ya lo damos por hecho”, señala Gómez–, así que están muy atentos a las medidas que va a tomar el Gobierno respecto a la renta mínima vital. “De momento, vamos tirando, porque no nos queda otra pero algunos podríamos ser candidatos a la renta mínima, pero preguntaremos una vez se apruebe”, explica el líder vecinal.

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