Las placeras de San Agustín lamentan que el Ayuntamiento no las trasladase

Las placeras de San Agustín lamentan que el Ayuntamiento no las trasladase
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El grueso de las obras de rehabilitación del mercado de San Agustín acaba de comenzar con el consiguiente enfado de los concesionarios y usuarios de los puestos. A pesar de que los operarios llegan a las instalaciones a partir de las 14.30 horas, lamentan el engorro constante que suponen los trabajos y critican que el Ayuntamiento y la concejalía competente no las haya trasladado a una plaza provisional tal y como se hizo cuando se reformó la plaza de Lugo.
La anterior fase de las actuaciones en San Agustín –la instalación de ascensores y la colocación de dos plataformas para subir a personas en silla de ruedas o con movilidad reducida en los accesos laterales– no acaba de convencer ni a clientes ni a empresarios, y con el malestar por un gasto que consideran “inútil” aún presente, la Concejalía de Empleo y Empresa ha dado el pistoletazo de salida a las obras más contundentes que sufrirá el edificio. Los responsables de los distintos establecimientos conviven a diario con andamios, plásticos y puestos a medio derruir.
“Tendrían que haber cerrado la plaza porque aquí quedamos pocos y cabríamos en la plaza del Humor o, incluso, en la plaza de España”, afirma una adjudicataria, mientras varias compañeras refrendan sus palabras con un bloque de puestos totalmente plastificado a pocos metros.
Aunque prefieren mantenerse en el anonimato por miedo a que no se les renueven por cinco años las concesiones, casi todas hubiesen preferido marcharse temporalmente del edificio para que las obras fuesen más rápidas y sin causarles problemas.
“El traslado se condicionó al tipo de reforma que eligiésemos pero si nos lo hubiesen explicado bien habríamos luchado por marcharnos”, reitera otra placera. Sostienen que la situación actual les provoca “un trastorno” a todos por el ruido y por el polvillo que sale de las zonas desmanteladas, que se ve acrecentado en el caso de los concesionarios que se han tenido que cambiar a otros espacios no acondicionados para sus mercancías.
Los primeros en ser reubicados en otros puestos libres del inmueble fueron los comerciantes de la zona de las panaderías, donde en el futuro se ubicará un restaurante. Posteriormente, el área de Mercados movió a los ocupantes de uno de los bloques centrales de frutería y, a estas alturas, muy pocos están conformes con el cambio. Hay fruta y verdura en carnicerías y también en pescaderías, retocadas con toldos.

despiste de los clientes
Además, mientras unos han ganado espacio, a otros les escasean los metros para sus productos, y también hay quien protesta por haberse quedado en una posición escondida de los consumidores. Incluso el Ayuntamiento se ha visto obligado a colocar carteles para avisar a los coruñeses de qué tiendas continúan en su posición de siempre. “Esto no era una necesidad ahora, la gente está desorientada”, se quejan.
Además de los problemas que padecen de forma directa aseguran que los trabajos incrementarán el ritmo de pérdida de clientes por la crisis, que se inició con otras obras exteriores y la falta de aparcamiento.
Según dicen, el entorno es un “campo de minas” desde hace años. A todo ello se suma la preocupación por saber qué pasará dentro de cinco años, cuando finalicen las concesiones.

Las placeras de San Agustín lamentan que el Ayuntamiento no las trasladase

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