Las pastelerías creativas admiten que habrá clausuras cuando pase el boom

Las pastelerías creativas admiten que habrá clausuras cuando pase el boom
Algunas reposterías, como Sweet Place, optan por la especialización para asegurar el futuro patricia g. fraga

La cultura del cupcake y el fondant continúa con su imparable extensión por la ciudad, en la que en los últimos meses se han multiplicado las pastelerías creativas. Pero el propio sector augura un crack para esta burbuja de azúcar más pronto que tarde porque, con alrededor de una docena de tiendas de este tipo, asume que no habrá negocio para todas una vez que pase la moda. Las dulcerías más asentadas en A Coruña advierten de que solo sobrevivirán las mejores y, de hecho, al tiempo que unos emprendedores abren ya ha comenzado la cascada de cierres.
A Coruña es una ciudad que se mueve mucho por modas, incluso en lo que se refiere a aperturas de tiendas. Por ello hace unos dos años surgieron en distintos barrios pastelerías creativas dedicadas a reinventar las magdalenas y a esculpir pasteles. A estas alturas todavía siguen abriendo algunos establecimientos, pero la gran atomización del mercado parece acercar cada vez más el fin de muchos de esos comercios gastronómicos.
La responsable de la cafetería y tienda Sweet Place, Isabel Perales, fue de las primeras en instalarse, en junio de 2011 –aunque hace unos meses cambió de ubicación–, porque lo vio como solución al desempleo. Desde sus orígenes ha visto nacer a la competencia y también algunas bajadas de persiana.
“Nosotros creemos que habrá traspasos y cierres porque aunque es verdad que esta repostería gusta y llama la atención no hay tanto cliente como para el número de tiendas que existen”, afirma. Así, enumera a algunos compañeros que se han echado en cerrojo, al menos el físico, como ocurrió hace poco con una tienda de Ramón y Cajal.
De la misma opinión es Nuria Pazos, de Sweety Pastelería Creativa, que lleva unos meses en A Coruña, adonde trasladó su medio de vida desde Sada. “Creo que muchos abrieron a la aventura pero cuando pase el interés quedarán los mejores, los que tengan mejor producto y mejor diseño porque algunos ya tuvieron que cerrar”, destaca.
“La gente ve este sector como solución al paro pero hay mucha competencia”, comenta la propietaria de la cadena EnDulze, Cristina Rodríguez, que también lleva en este mundo desde 2011. Para evitar la caída tanto ella como Pazos se han especializado: la primera ofrece cursos y vende material de pastelería para aficionados a los pasteles y la segunda se limita a los talleres en su obrador de Sada. Por su parte, Sweet Place optó por la idea de abrir una cafetería para aportar algo distinto a un simple despacho de pasteles.
De momento todos van captando a su propia clientela. Yohana Cedeño, de Pedacitos de Azúcar, admite que “existe el miedo” pese a tener el obrador en funcionamiento desde 2009 aunque aguarda que la “calidad” de sus productos conquiste a los coruñeses. Mientras, la responsable de la cafetería-pastelería Migas Dulces Bocados, Silvana Sieiro, advierte de que “el consumidor es inteligente y se decantará por el precio bueno y la buena atención aunque siempre haya quien se suba al tren de las modas”.

influencias y ubicación
En eso parece tener ventaja porque aquella repostera que empezó vendiendo sus creaciones en el Soho Orzán vivió muchos años en Estados Unidos y se crió “preparando todos estos postres americanos”. Por ello asegura tener unas referencias más nítidas de, por nombrar algunos, cupcakes y carrot cakes.
“El que ofrezca cosas distintas se va a quedar aquí”, confía. Para evitar la competencia directa con las reposteras ya asentadas, Sheila Bello, abrió Peque Sweet el pasado octubre en Palavea. “Está complicado pero aquí no tenemos la guerra de precios que hay en el centro; no me iba a meter allí”, opina, por lo que espera mantener por mucho tiempo el nuevo rumbo que emprendió tras quedarse en paro. 

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