Una oleada de robos castiga los puntos de venta de máquinas expendedoras

Una oleada de robos castiga los puntos de venta de máquinas expendedoras
El punto de venta de máquinas expendedoras del Orzán tuvo que cerrar después de varios actos vandálicos | patricia g. fraga

De un tiempo a esta parte se ha incrementado el número de puntos de venta de máquinas expendedoras que existen en la ciudad. Pero estos lugares, muchos de ellos abiertos las 24 horas y sin ninguna presencia humana, también se han convertido en el objetivo de robos, la mayor parte de ellos cometidos por jóvenes que rompen la máquina y se hacen con la mercancía del interior. O, en el caso de los más profesionales, con el dinero. Los empresarios afectados denuncian que, aunque la suma de lo robado no sea grande, los daños que provocan sí que resultan en un gran perjuicio económico. “Las máquinas cuestan desde 4.500 euros (las más baratas) a 6.000. La más cara, que expende hamburguesas, llega a los 12.000 euros”, explica David Carro, de Scentvending.

El modelo de negocio basado en baterías de máquinas en vez de una única expendedora en un negocio llegó hace años a la ciudad, pero la crisis moderó su crecimiento. Y ahora, desde hace unos meses, lo que crece es la ola de robos que trata de frenar la Policía Nacional. “Yo creo que es más bien vandalismo, que lo hacen por divertirse”, opina Carro. Y, como prueba de ello, señala que son los puntos de venta más cercanos a las zonas de ocio nocturno los más expuestos. “Tras varios robos, nosotros vamos a desmantelar uno que tenemos en la calle del Socorro”, explicó Carro.

Pandillas profesionales
Por su parte, M.C. Cousillas, que es propietaria de varias máquina que también han sido desvalijadas, advierte de que no siempre se trata de simples gamberros: “A veces usan palancas para llevarse la recaudación. Van a por el cajetín y conocen sistemas para llevarse el billetero”. Apunta a la autoría de pandillas que cuentan con profesionales entre sus filas.

Como la mayor parte de los puntos de máquinas expendedoras están abiertos las 24 horas pueden actuar de noche: “Hay cámaras, pero a muchos no les importa porque van encapuchados. Son bandas organizadas con muchísimas denuncias”. El mes pasado, agentes de la Policía Nacional detuvieron a dos jóvenes, un español y un venezolano, por desvalijar máquinas expendedoras en Monelos. Cuando llegaron, no había nadie, pero a un patrullero se le ocurrió dirigirse a otro punto de “vending” cercano y allí les sorprendieron robando.

El pasado día 12, agentes de la Policía Local detuvieron a las tres de la madrugada a un joven en la avenida de Hércules, donde se dedicaba a robar en una expendedora de comida. En el soportal que acogía varias máquinas había otros cuatro, pero era el sospechoso el que empleaba un destornillador para extraer la caja de billetes. Pero no son solo jóvenes: el 25 de febrero, la Policía Nacional arrestó a una mujer de 45 años que robaba chicles en una máquina en la calle del Orzán tras romper el cristal.

Los puntos atacados son numerosos: Panaderas, Vereda del Polvorían, Archer Milton Huntington, O Castrillón... Y los afectados poco pueden hacer. “Te proteges como puedes, con dispositivos de seguridad, pero nada más”, explica Cousillas. “Es una moda. A veces parece que no es por la mercancía o por el dinero”, se lamenta Carro, que cree que se necesita algo más que vigilancia: “La Policía detiene a los cacos y los jueces a los dos días los tienen que soltar. Hace falta un cambio en la legislación”. l

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