Los okupas de A Falperra achacan las acusaciones de robos al racismo

Los okupas de A Falperra achacan las acusaciones de robos al racismo

Los jóvenes inmigrantes consultados que ocupan dos edificios en la calle del Doctor Fleming, en A Falperra, rechazan las acusaciones que pesan sobre ellos de robo, agresiones, hurtos y vandalismo, y que lanzan tanto vecinos como agentes de Policía. Para ellos, tales acusaciones no tienen más que una razón de ser: el profundo racismo que, aseguran, existe en A Coruña, y que les lleva a ser criminalizados solo por su forma de vida precaria y por su origen. “Mucho problema, mucho racista”, resume uno de ellos.

Este añade “en Huelva normal, no hay problema. En Jaén, en Málaga no hay”. “En prisión también hay mucho de los funcionarios”, asegura Hamza, que llegó con 16 años a Melilla. Afirma que solo quiere arreglar su documentación, renovarla y marcharse a Bélgica o Alemania: “Quiero una vida normal, como la gente, estable”. Conviene señalar que los número 19 y 20 de la calle del Doctor Fleming están ocupados por una mezcla de argelinos y marroquíes, todos ellos muy jóvenes. Algunos de ellos vinieron a España cuando aún eran menores y después de visitar varios centros de acogida, al cumplir la mayoría de edad se vieron abocados a una vida precaria, puesto que no tenían permiso de residencia, ni medios de subsistencia.

Muchos de ellos son, por tanto, inmigrantes irregulares que sobreviven gracias a la fuerte red social que existe en la ciudad. “Nosotros no robamos –insisten– vamos a comer al Refugio (de Padre Rubinos) o vamos a Casco (el Comité Antisida de A Coruña)”.

“No son mala gente”

Se da la casualidad de que varios inmigrantes salen con jóvenes de etnia gitana, que los defienden porque también ellas han experimentado el racismo en primera persona: “Yo he pasado por eso porque tengo 18 años y nunca he vivido tanto racismo. Sé el racismo que están viviendo ellos por ser argelinos o marroquíes pero no son mala gente, son buenas personas que se buscan la vida yendo al Albergue, a Casco o a la Cocina Económica”.

La joven asegura que el único problema que han provocado en el vecindario es el ruido que generan en sus fiestas domésticas: “Nos ponemos en casa, y nos ponemos a beber y a escuchar música y yo soy gitana y grito mucho”. También niegan que los okupas molesten a las menores. “¿Cómo van a perseguir a las niñas si tienen novia?”, se pregunta. l

Los okupas de A Falperra achacan las acusaciones de robos al racismo

Te puede interesar