Una obra que debía proteger el Paseo de los temporales

En otro punto en que el relleno no dio los resultados deseados fue el de servir de barrera para evitar los destrozos que los temporales de invierno, que se cebaban con el Paseo Marítimo a la altura de Riazor. La teoría era que las olas romperían más lejos de la línea de costa y, por lo tanto, no lleguen, o lo hagan de forma más débil, a la barandilla. Fue precisamente en noviembre de 2010 cuando tuvo lugar la famosa ola que derribó una gran parte de la barandilla de hormigón del Paseo, precisamente en ese punto. Las imágenes del océano irrumpiendo a la altura del Hotel Riazor fueron repetidas hasta la saciedad por muchos medios de comunicación.
El jefe de Demarcación de Costas, Rafael Eimil, manifestó entonces que, a pesar de lo que parecía a simple vista, el aporte de arena realizado en meses anteriores había servido para evitar “males mayores”, pues frenó, en parte, la fuerza de las olas, que en los momentos más críticos llegaron a alcanzar los 12 metros de altura, opinión que compartió el entonces alcalde, Javier Losada. “Semejantes olas y semejante pleamar habrían llegado hasta las calles del centro”, declaró.
Nunca se repuso el tramo dañado. En febrero, tras los temporales de este mismo año, en el que las olas arrancaron hasta veinte metros de balaustrada, el Ayuntamiento anunció que la barandilla sería sustituida por unas gradas, a pesar de contar con la protección del relleno. n r.l.

Una obra que debía proteger el Paseo de los temporales

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