Nuevos comienzos en la residencia Elvira Bao

Nuevos comienzos en la residencia Elvira Bao
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La residencia Elvira Bao abrió ayer sus puertas para mostrar sus instalaciones a los futuros estudiantes universitarios de la ciudad. Por las salas del complejo, situado en una de las alas del edificio Calvo Sotelo, a tan solo unos metros de Riazor, transcurrieron dos generaciones (padres e hijos), cada uno con sus puntos de vista y preocupaciones, en la búsqueda de un lugar para asentarse en A Coruña e iniciar una  etapa tan reveladora como la universitaria. 

“Van creciendo y tienen que espabilar”, comentaba la Administradora del centro, Carmela Barreiro, mientras mostraba las instalaciones a visitantes llegados de diversas regiones gallegas. La instalación cuenta con un total de 46 habitaciones, de la cuales dos están equipadas para personas con movilidad reducida, que albergarán a los futuros estudiantes universitarios. “No son mixtas”, fue el único aviso de la administradora, ante la risa cómplice de los padres. 

La residencia universitaria Elvira Bao está recién salida del precinto. Comenzó a acoger estudiantes en octubre del año pasado y solo trece plazas fueron ocupadas durante el curso. 

Una zona común (acompañada de sofás y una televisión de plasma), una de estudio y otra de ocio completan los espacios donde los estudiantes pasarán las horas durante su estancia en la Elvira Bao. Ante las preguntas de los padres sobre los posibles conflictos que pueden surgir en la convivencia a esas edades, el personal del edificio salía al paso: “El mayor problema que tuvimos el año pasado fue un estudiante que rompió sin intención la taza de un compañero, así que mientras solo sea eso no hay ningún inconveniente”.

Cambio generacional
Ángel y Dolores llegaron ayer por la mañana desde Ribeira a modo de avanzadilla. “Nuestro hijo no ha venido”, afirman. Ambos vivieron en primera persona experiencias en residencias universitarias y comparten la idea de lo “enriquecedora” que será para su hijo. “Sus amigos van a piso y siempre hay dudas”, pero ambos coinciden en la apuesta residencial. 

“A Coruña nos encanta. Yo viví en Vigo y demasiada cuesta, esto me gusta más”, afirma Ángel entre risas. Ninguno de los dos teme al síndrome del nido vacío tan apocalíptico en otras familias. “Estamos encantados y ahora tenemos una excusa perfecta para venir a la ciudad”, asegura Dolores”. Todos coinciden en la situación privilegiada del complejo. Cerca del mar y de las facultades de Turismo y Náutica, a tiro de piedra de la Plaza de Pontevedra, epicentro de la ciudad y con una circulación continua de buses con destino al Campus de Elviña. “Algunos alumnos repetirán”, asegura la administradora ante la previsión de llenar los cuartos. 

La realidad espera a una nueva generación de universitarios en la Elvira Bao, pero esto tendrá que esperar. Un efímero verano abre sus puertas y la preocupación no hará acto de presencia en las jóvenes mentes hasta ya entrado el mes de septiembre.

Nuevos comienzos en la residencia Elvira Bao

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