“No le pudo dar mesa a Frank Sinatra por no reservarla”

“No le pudo dar mesa a Frank Sinatra por no reservarla”
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Miguel Alonso desembarcó ayer en Afundación con un libro y una leyenda viva de la mano, sobre la que va “Manuel Rieiro: Cómo conquisté Brasil”, que recordó cómo llegó al país carioca con 17 y sin estudios y acabó formándose dentro y fuera de su restaurante Antonio’s, en el que dio de comer a Niemeyer y también a Vinícius de Moraes y Tom Jovin. 
El local se convirtió en centro de la intelectualidad y germen de la bossa nova y el de Santa Comba regresó 30 años después a España con la suerte de haberlo vivido desde la barra. Miguel cuenta que lo conoció un día de casualidad en Santiago en una comida. Allí, el Rey Español de la noche de Ipanema le contó que le sirvió vino tanto a astronautas que tocaron la luna como a Mick Jagger: “En ese momento me creí la mitad”, pero con el tiempo fue comprobando que todo lo que le comentaba era cierto hasta que el propio Rieiro le pidió que lo volcase en un volumen y le diese forma. 
Así es que el relato recoge toda su trayectoria desde que aparcó los bártulos una noche y al día siguiente conoció a la directora de Arte Moderna, “que lo educó, le enseñó modales y lo hizo campeón mundial de relaciones públicas”. Con todos estos recortes, levantó el local y dio cabida a todos aquellos artistas y jefes de cadenas televisivas que le presentaron en el museo donde trabajó y que se sentaron a la mesa junto a otros famosos como el propio Frank Sinatra, que apareció con Ava Gardner y Ursula Andress, y le tuvo que decir que no: “No le pudo dar mesa por no reservarla”. 
Explica el autor que la cocina era complementaria a la acción, que no importó especialidades de la tierra y que se fue hasta la carta francesa porque en aquellos tiempos era lo más demandado por las capas altas de la sociedad: “Contrató al chef Bocuse, al que le pagaba 10.000 dólares a la semana”. Allí, entre fogones, los presidentes de la república se dieron cita junto a Paulo Coelho o Nélida Piñón: “Él consiguió que los que se reunían allí nunca fueran detenidos”. 
El Antonio´s funcionaba de buzón para los que esquivaban a la censura. Hoy todavía lo recuerdan en Brasil hasta el punto de que le han pedido que acompañe a uno de los candidatos a las elecciones. En la otra orilla y con 76 años, el coruñés no ha dejado de participar del bule bule que se respira aquí y del que ya nunca podrá escapar.

“No le pudo dar mesa a Frank Sinatra por no reservarla”

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