Nervios, emoción y atascos en la vuelta al cole de Infantil y Primaria

Nervios, emoción y atascos en la vuelta al cole de Infantil y Primaria
Alumnos del colegio Sal Lence entran al centro a primera hora de la mañana quintana

Las caras de sueño de los que aún tenían fresco el horario de vacaciones compartían ayer espacio en las entradas de los colegios coruñeses con el gesto nervioso de los más impacientes por descubrir a sus nuevos compañeros y con los ojos rojos de los que peor llevaban la despedida de los padres. La vuelta al cole en Primaria llevó ayer a los centros educativos a más de 19.500 niños.
Una jornada en la que el resumen se mueve entre dos opciones: la alegría y el llanto. Para que la balanza se inclinase hacia uno y otro lado la edad era un factor clave.
Muchos de los padres de Infantil reconocían que el entusiasmo de sus pequeños por la novedad de las clases no había podido con la angustia de soltarse de la mano y pasar la mañana sin mamá y papá; las lágrimas no solo hacían acto de presencia a primera hora de la mañana sino cada vez que alguno de los niños se acordaba de que no estaban con él en el aula. Como comentaban varios profesores de esta etapa, el efecto contagio es inevitable y en cuanto uno empezaba los sollozos no eran pocos los que le seguían. Pese a todo, en general hubo más momentos de juego que de lloros en las clases de los más pequeños de los centros coruñeses. Primera prueba superada.
Entre los que ya llevaban una mochila a la espalda con libros, bolis y libretas las ganas de reencontrarse con los compañeros superaron a la pereza del madrugón. Pocos tenían claro antes de cruzar la puerta del colegio cuáles eran los nombres de sus profesores o dónde estaba el aula, pero a la salida pudieron dar todo tipo de explicaciones.

caos
El regreso a la rutina escolar no se vivió solo en los hogares y en los colegios. Cualquiera que tuviese que coger el coche a primera o última hora de la mañana fue muy consciente de que el curso había comenzado. Como en años anteriores, la carretera de Feáns, la avenida de A Pasaxe, la rotonda del Pavo Real, parte del Paseo Marítimo o algunas zonas de A Zapateira vivieron un colapso que se notó especialmente entre las ocho y media y las nueve y media de la mañana. Tras las procesiones de coches que peregrinaban a los colegios llegaron los festivales de luces de emergencia advirtiendo de los aparcamientos en doble fila mientras los padres acompañaban a los niños a la puerta del centro y las aceras impracticables con vehículos montados a falta de otra zona en la que parar. Tras la descarga de la preciada mercancía, las maniobras para salir del atolladero, como una coreografía a cámara lenta, volvieron a convertir ciertas zonas de la ciudad en una trampa para los conductores.

Nervios, emoción y atascos en la vuelta al cole de Infantil y Primaria

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