Las multas a los locales de ocio nocturno por incumplir el horario de cierre se duplicaron con respecto a 2018

Las multas a los locales de ocio nocturno por incumplir el horario de cierre se duplicaron con respecto a 2018
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En los tres últimos meses, la Policía Local ha protagonizado una campaña de control de ocio nocturno, atizada por las quejas de la asociación de vecinos de Ensenada del Orzán. Esto se ha traducido en un incremento muy significativo de las sanciones por incumplimientos de las ordenanzas municipales: hasta el 30 de noviembre se tramitaron 75 multas por incumplimiento de horarios en ocios nocturno, mientras que fueron solo 34 el año pasado, según consta en la memoria de la Policía Local. 

Esta desproporción parece apoyar la tesis de los vecinos, que se quejaban a menudo de que no se respetaban los horarios, lo que les impedía conciliar el sueño. Muchos de ellos se quejaban también de la falta de respuesta policial, alegando que los agentes municipales no siempre acudían cuando se les llamaba para que hicieran cumplir las ordenanzas. 

A pesar de todo, desde la asociación de Ensenada del Orzán aseguran que no ha “cambiado nada” y presentaron recientemente un informe a la alcaldesa, Inés Rey, en el que explicaban pormenorizadamente los problemas que les genera el hecho de vivir en el epicentro del ocio nocturno de la ciudad. 

Otras sanciones 
Sin embargo, el mes pasado, los agentes municipales ya habían impuesto un total de 500 sanciones a los locales del centro, una cifra que ya duplicaba con creces a la que se impuso el año pasado a los locales de toda la ciudad. No solo por incumplimiento de horario, sino por exceso de aforo, de ruido, instalaciones musicales no permitidas por la licencia o por permitir a los clientes salir a la vía pública con un vaso en la mano. 

Para los policías, esta es una muestra clara de cómo se está actuando en el entorno de ocio nocturno, en las calles más concurridas como Socorro, Orzán, o Vista en respuesta a las repetidas quejas de los vecinos. De hecho, muchas de las multas que han impuesto a los bares se deben a clientes que sacan las copas al exterior. El objetivo es evitar que el publico se congregue en la vía pública, donde generan ruido, sobre todo en vías estrechas como la calle Vista. También acuden coches patrulla a la hora de cierre de los locales, para disuadir con su mera presencia a los bebedores de permanecer en el lugar, evitando así que sigan generando ruido molesto para los vecinos.

Mientras que para los vecinos esta actuación policial es insuficiente, para los hosteleros ya es demasiado, de ahí que los empresarios de este sector que tienen sus locales en el centro decidieran agruparse en una asociación, llamada Entreplazas. 

En octubre, su presidente, Óscar Novo, había lamentado la presión a la que se estaban viendo sometidos: “Lo que no puede ser es que haya un grupo de policías locales delante de mi negocio esperando que alguien salga con un vaso en la mano”. Con esta asociación, que aún está en ciernes, los hosteleros quieren hacer valer su papel en la ciudad, que va mucho más allá de ser el epicentro de borracheras nocturnas. 

Recuerdan la decadencia que ha sufrido durante años el centro de A Coruña, y que aún puede apreciarse en el gran número de edificios ruinosos que jalonan el Orzán. La hostelería volvió a traer actividad y animación a una zona que en las últimas décadas se había sumido en una marginalidad de la que, todavía hoy en día, no ha salido, especialmente debido a su parque inmobiliario. Por el momento, la presión policial continuará, porque no se trata  tanto de una campaña como de una política de tolerancia cero. Y casi, de toque de queda.

Las multas a los locales de ocio nocturno por incumplir el horario de cierre se duplicaron con respecto a 2018

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