Una mujer de 31 años mata a su perro al arrojarlo desde un quinto piso

El pasado viernes tuvo lugar un macabro incidente en Monte Alto, cuando una vecina decidió acabar con la vida de su mascota, un pequeño perro, arrojándola desde la ventana de un quinto piso. Aquello le valió una denuncia ante el juzgado de guardia por un delito de maltrato animal con resultado de muerte por parte de los agentes de la Policía Local que investigaron los hechos.
El suceso tuvo lugar a las siete y media de la tarde en la calle de Fuente Seoane que desemboca en la de Orillamar. Una vecina estaba paseando a su perro cuando vio caer desde una ventana lo que en un principio pensó que era una bolsa de basura. Solo cuando se acercó se dio cuenta de que era un chow chow que había muerto aplastado por la caída. Inmediatamente, llamó a la Policía Local.
Por el lugar se encontraban agentes que forman parte del dispositivo de Policía de Barrio. Accedieron al portal y subieron hasta el quinto piso, donde les abrió la puerta una mujer de 31 años. En un principio, la sospechosa lo negó todo: que hubiera tirado a un animal por la ventana o que tuviera una mascota. También se resistió a mostrarle su DNI a los agentes, aunque al final tuvo que identificarse.

protesta por el "robo"
En cuanto a la propiedad del animal, la mujer tampoco pudo negar la evidencia cuando los agentes comprobaron a través del lector del microchip identificativo del cadáver que figuraba a su nombre, así que le informaron de que sería denunciada. Sin embargo, la historia no acaba aquí, sino que adquiere un giro rocambolesco: ayer la propietaria del animal apareció en la comisaría de la Policía Local reclamando su mascota “robada”.
Al parecer, la mujer aseguraba que se lo habían llevando los agentes municipales, y que lo quería de vuelta. Sin embargo, no encontró una gran complicidad por parte del oficial al mando, que sabía exactamente lo que había ocurrido el día anterior y que no dio crédito a su denuncia.
En cuanto al cadáver del chow chow, es cierto que fue retirado por los policías cuando practicaron la denuncia, aunque no está claro cuál fue su destino. En un principio, lo más probable es que acabara en las dependencias del servicio municipal de lacería.