Más de 15.000 gatos invaden Riazor para bailar con Los Suaves

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  redacción>a Coruña

  Día grande del Noroeste Pop Rock. Miles de gatos negros coparon un manto de arena que vibró con la puesta en escena de los que se definieron tan “suaves” como los pañuelos de papel, pero con la magia de los que practican la parte más dura del rock and roll. La banda de Yosi no quiso dejar a nadie insatisfecho y sacó las mejores canciones a desfilar por una playa con ganas de mover el esqueleto.


Después de una jornada dedicada al pop de El Pescao, tocaba el plato fuerte. El que se presenta sin patatas ni guarnición. Solo y en bandeja, nadie se lo quiso perder y Protección Civil sumaba en pleno apogeo de Josi y los suyos más de 15.000 gargantas entregadas por la causa. Con cinco minutos de retraso y una barba de Papanoel, el líder de los gatos callejeros salió al escenario en estado puro entonando aquella que dice que están “preparados para el rock and roll”. Los pequeños puntitos negros que se acercaban como salmones a la orilla lo estaban. Sin duda. El cantante fue capaz de levantar a la playa en cuestión de segundos. Su puesta en escena tenía voltaje.
Josi no paró de moverse a un lado y al otro del escenario mientras un felino de grandes dimensiones movía su cabeza y vigilaba. No paró de hacerlo en toda la noche. Después de un primer directo de Los Eternos, con un ritmo country que contagió hasta al más escéptico, Los Suaves abrieron fuego clavando su bandera felina con la intención de recordar en voz bien alta una trayectoria que tiene ya unos treinta tacos. Así fue como en una ciudad no tan sucia y olvidada como la de la canción, la niña Lola se volvió a poner calcetines y coletas mientras que un melenudo canoso confirmaba a pie del Atlántico que su cabello crece en los directos.
Por su parte, el público respondió atento a cada momento en el que a Yosi se le antojaba pasarle el micrófono para aclarar su voz. Los gatos callejeros entonaron de pé a pá aquella que preguntaba al viento quién no había hecho alguna vez locuras por una mujer y le daba alas al cantante para encumbrarse una vez más en una ciudad talismán.
Y es que se estrenaba nueva década, los ochenta, cuando un grupo que aseguraba venir de la misma tierra que los afiladores sorprendía a propios y extraños teloneando a Los Ramones.
Aquello le sirvió para agrandar su radio de acción más allá de Pedrafita y despuntar en el panorama de la música con canciones como “Peligrosa María” o “Viene el tren”. En el mismo escenario pero con unas cuantas arrugas más en la frente, los hermanos Domínguez volvieron a brillar.
Los gatos que horas antes maullaban por las calles más céntricas de la ciudad, escogían la playa como lugar de culto y el festival volvía a obtener la respuesta de la gente. Cansados de escuchar “malas noticias” por la radio, los coruñeses decidieron dejaron sus problemas en casa y contestaron a la llamada del rock and roll.



Maldita Nerea: “Nuestra máxima sigue siendo la de ir despacio”

Las Nereas y no Nereas tendrán entrada libre en una última cita con el pop, que se enfunda esta noche traje de gala. Todo es sencillo si uno quiere. Jorge Ruiz dixit.
—Lo cierto es que viendo su evolución todo parece sencillo.
—Es incluso hasta una afirmación positivamente pretenciosa con la que está cayendo, pero es algo tan claro como que la vida es para vivirla. Las principales complicaciones se las pone uno mismo y eres tú quien decide que la vida sea más fácil aún en las peores circunstancias.
—Con “El secreto de las tortugas” decían ir lentos. Ahora cambian y afirman que, en realidad, es fácil.
—Nuestra máxima sigue siendo la de ir despacio. Las metas que nos proponemos son a largo plazo y nuestro día a día es bastante metódico. Todo lo que comenzamos con una canción como “El secreto de las tortugas”, lo completamos ahora con una nueva propuesta como “Fácil” y así nos va bien.
—Un escenario como el de Riazor no se cambia tan fácilmente.
—Es uno de los conciertos más atractivos del verano por el sitio, además de ser el recinto más grande en el que vamos a tocar en Galicia.
—¿Cómo son en directo?
—Lo más sinceros posibles en ejecución y transmisión, además de la buena energía, por eso el público se suele llevar el gato al agua y se sorprende porque podemos tocar mejor o peor, pero hay mucha gente cantando los temas y apenas se oye al equipo.
—Tienen detrás una parroquia adolescente importante.
—Lógicamente el público mayoritario es el de la radio, pero nuestro target es más amplio. Está claro que los que salen de currar no se colocan en primera fila pero puedes ver a gente con niños al lado de universitarios.
—¿Aplica la logopedia a la música?
—El hecho de ser logopeda hace que sea también más sensible a la comunicación. Es una cuestión de códigos y mido cada señal que emito a mí y a mi entorno. Esto me ha ayudado a crecer como artista y como profesional de la comunicación. La logopedia interpreta y mejora los procesos comunicativos porque cuando una relación se rompe es porque se ha roto también la comunicación.
—Nada como el directo para llegar antes.
—Sí, porque es cuando puedes mirar a la gente a los ojos.

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