Un movimiento vecinal vive sus horas más bajas al sentirse poco valorado por el gobierno

Un movimiento vecinal vive  sus horas más bajas al sentirse poco valorado por el gobierno
26 abril 2017 / 15 julio 2017 página 7 A Coruña.- La asamblea de ayer en Eirís fue casi un reedición de la que se celebró la semana pasada: muchos vecinos crispados que rebasaban con creces la capacidad de la sala que de

Matogrande desapareció hace años como asociación. As Xubias lo hizo en 2017 tras 20 años en pie. Su presidente Pablo Pedregal se cansó de pelear. Someso se plantea las cuestiones comunidad por comunidad y son sus gestoras las que se lo hacen llegar a María Pita. Si la cosa atañe a uno solo, el afectado de turno llama al 010. No le queda otra y la ciudad vive, en general, momentos muy distintos a cuando el movimiento vecinal tenía fuerza. Algunos barrios que sí tienen un colectivo con junta directiva que los representa ven cómo se suceden los presidentes. 
Es el caso de Suso Prado, en Eirís, que llevaba trece años al frente de un cargo que, a su entender, no debe ser vitalicio. Hay que escapar a tiempo porque los hay que suman 25 años, “e as asociacións parecen súas”. Prado ya tenía pensado abandonar, pero con el tema de “Mi casita”, después de que Xustiza Social barajase la idea de llevar el proyecto de hacer casas a los sin recursos en la zona, tuvo que quedarse. Una vez que se aclaró, Suso le dio el testigo a Mónica Díaz porque “un vaise cansando de pelexar, non marcho porque me leve mal, todo o contrario. Ela xa era vocal cando estaba eu”. 
El veterano sostiene que la papeleta es dura y que hay que dar paso a gente con otras ideas y una manera distinta de defender los asuntos. Eso sí, reconoce que tratar “cos de agora é moito máis difícil que hai 25 anos, o goberno socialista si que apoiaba o movemento veciñal, algo que aos do PP lles sobraba e os da Marea din que consultan á veciñanza, pero non consultan nada. Aseguran que coñecen os barrios, pero non coñecen nada”. 
Recuerda que los “Dillo ti” aún no pasaron por todos los distritos. “Bótase de menos o de antes”, afirma, porque al final la gente se acerca a las asociaciones a reclamar y canalizan sus peticiones a través del colectivo. Sus años de experiencia le dicen que cada uno lucha por lo suyo: “Ninguén vai mirar polo interese xeral para nada”. De los de Ferreiro critica su forma de comunicarse en las redes sociales cuando en Eirís, por ejemplo, la media de edad es muy alta y “non miran internet”. 
En este sentido, Luisa Varela, de la federación vecinal, habla de desgaste, “con el PP fue descomunal” y con la Marea no está de acuerdo con la participación que promulgan, “para mí eso es otra cosa y no lo que están haciendo, es sentarse a discutir y llegar a un consenso”. 
En Monte Alto, Alberte Fernández se despide. Su marcha parte de principios éticos, “os cargos deben de rotarse” y seis años fueron suficientes: “Fixéronse moitas cousas, pasamos por momentos duros e seguirei colaborando”. Es por eso que trabajará mano a mano con la nueva directiva, pero insiste en que si “os cargos duran pouco é moito mellor para asociación, a xente non se que queima e non se xeran perversións nos postos”. Falta mucho por hacer, proyectos en marcha que desea que queden a buen recaudo. Lo que más le enorgullece de su mandato son las huertas educativas, que funcionan de manera semiautónoma. Aunque la asociación lleva el control, son los que usan el sacho quienes deciden, y deciden bien porque el proyecto da frutos. También el club de lectura funciona en una biblioteca para la que lograron recuperar el convenio. 
Fernández destaca que a pesar de las discrepancias con el Gobierno local, tienen un trato fluido con las distintas fuerzas políticas y “somos unha entidade respetada”. El dirigente impulsa al colectivo a buscar otras vías de financiación que no les haga depender de ayudas que, en muchos casos, llegan a última hora y aboga por la participación de todos los socios en un proyecto en común, Monte Alto. El viernes decidirán al sustituto en una península donde el asociacionismo tambalea. Lo decía Pedregal el verano pasado: “El sistema de participación es antidemocrático así que para el que tenga tiempo y le guste, porque antes ibas a Negreira o Barcón, te podían hacer caso o no, pero es que ahora no sabes ni a quién acudir”. l

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