Los molinos de viento que quedaron en recuerdos

Los molinos de viento que quedaron en recuerdos

Los molinos de viento más antiguos de A Coruña que se conocen datan de 1525 –aunque esto no quiere decir que no los hubiese anteriormente– cuando un pesador de la ciudad ordenó que todos los vecinos pesasen el grano y luego la harina. Dos años después, ante las quejas de los vecinos, se recordaba “que nadie fuese a moler trigo, sin antes haberlo pesado en el pesador de la ciudad”. 
En 1607 tan solo había un molino dentro de la ciudad, pero en el siglo XIX, en un plano de Felipe Gianzo, aparecen dos molinos en el barrio de Santo Tomás, dos en las Atochas, dos en Santa Margarita y otros dos en la barriada de Nelle. Por su parte, en 1859 en el plano levantado por Manuel Ibarreña, aparecen por vez primera los molinos de la Gramela. De todos ellos en la actualidad tan solo queda el de Santa Margarita, el cual fue reformado en el 2007, después de haber sido un palomar.
El molino de la Ciudad Alta databa de 1525 y el de La Bora, junto a la Iglesia de San Jorge y cerca del Riego de Agua, de 1550. Al igual que el del Orzán, en la zona de Zalaeta, el situado en el Campo de Sancti Spíritus era de 1580. Fuera de las murallas de la ciudad, junto al hospital Militar, los dos de Atocha eran de 1710 y 1790; los de la Atocha-Santo Tomás, de 1755 y 1765; los de Santa Margarita, de 1785; los dos de Nelle de 1785 y 1790; y los de la Gramela, de 1855.
“La muralla abrazaba parte de la Pescadería, hasta incluir la Iglesia de San Jorge y a la altura de los molinos”. Esta es la única pista que hay para ubicar los molinos de Sancti Spíritus y de la iglesia de La Bora, que en esa época estaba situada en el lugar que hoy en día ocupa el teatro Rosalía de Castro en la calle del Riego de Agua. 
Prosigue la explicación: “y así queda libre de todas ofensiones y aún desde el molino de La Bora, el sitio va siempre subiendo hasta lo más alto de la península...y obliga a mucha guarda, más comprende algunas fuentes, iglesias y casas y los molinos, que  todas son cosas de alguna consideración... desde el molino del Orzán, con un frente de poca costa advirtiendo de apartar la muralla mucho de la mar por el ímpetu que tiene por aquella parte, entiéndese hacer el Caramanchón hasta comprender el hospital de San Andrés y algo más adelante y con un frente de dos y medio baluartes de una a otra mar y con un frente de poca costa venir cerrando hacia la Puerta del Mercado y desde el molino de La Bora hasta San Francisco”.

orzán
Hay una duda sobre el molino del Orzán, así que, entre los años de 1726 y 1792 se identifican en A Coruña 14 molinos de viento, pero ninguno de ellos coincide con el situado en el Orzán y el punto de La Bora. Pero en 1754, el Padre Sarmiento nos dice: “Que fue a ver la Torre de Hércules y el molino de viento del Orzán en sus cuatro días que estuvo en A Coruña”. Lo cual demuestra que este existió.
Los coruñeses usaron también los molinos del entorno, de modo que en 1563 se redacta un contrato de arrendamiento de un molino en el llamado “Campo de Cruces” en el entorno de la ciudad coruñesa a un ciudadano francés y cuyo fiador también era del mismo origen. 
En el barrio de Santo Tomás había varios molinos de viento, los cuales fueron quemados por los ingleses en el asedio de la ciudad en 1589. Los molinos que había no eran suficientes para atender las necesidades de los vecinos y acudían a los molineros ofreciendo regalos para que estos accediesen a la molienda del grano con suma rapidez. A su vez, estos se quedaban con parte de la mercancía de los vecinos y para evitar tales abusos se dispuso que se pesase en las puertas de la ciudad en el camino hacia los molinos el cereal que se llevaba a moler y al regreso, se pesaría la harina recibida. Pero los molineros se resistían a ello y se negaban a efectuar la molienda del cereal a quien lo llevase pesado.

molinos de agua
En muchos casos habría que recurrir a los molinos de agua, los cuales estaban situados fuera de la ciudad. Era el caso de los situados a lo largo del río Mero, Betanzos, Bribes, Bergantiños, Sofán e incluso Acea Da Ma, este último en el coto de Vilaboa, cuya jurisdicción pertenecía al marqués de Sarria. Los mismos fueron construidos y reconstruidos en varias ocasiones, por lo que se les dio mayor capacidad para su molienda con más compuertas y cuatro muelas de molino, mientras que el muro de contención sería ancho, ya que sobre el mismo pasaba el Camino Real. Esta obra sería costeada y levantada por los vecinos de la ciudad coruñesa. Todos ellos serían denominados como aceñas de río o de mar.
De los últimos vestigios de estas construcciones que quedan en la ciudad está el molino de Santa Margarita, las piedras del desaparecido de la Gramela, el cual se desmontó y cuyos restos  –después de años de abandono en Santa Margarita–, descansan en la nave municipal en A Grela y el de Acea Da Ma, restaurado hace algunos años. También hay numerosos molinos abandonados en las cuencas de los ríos de los lugares señalados.

Los molinos de viento que quedaron en recuerdos

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