El miedo a declarar cunde entre los clientes de la trama de tráfico de cocaína

El delegado del Gobierno, Santiago Villanueva, anunció ayer que se da por concluida la operación “Mesías”, en la que se desarticuló una red de tráfico de cocaína a nivel internacional formada por conocidos sujetos que habían trabajado como vigilantes para el Deportivo y para muchos locales de ocio nocturno. Los principales implicados, 14 de los 35 detenidos, son coruñeses. Sin embargo, las palabras del delegado no han servido para tranquilizar a los principales clientes de la red, entre los que se encuentra la jet set coruñesa, puesto que el grupo encabezado por Miguel A.G.L., antiguo encargado de seguridad del Playa Club, surtía a todas las grandes fiestas que se celebraban en la ciudad.
Aunque no temen ser detenidos, si les preocupa ser llamados por el juez como testigos y que salga a la luz sus hábitos como consumidores de cocaína y drogas sintéticas, que eran las sustancias con las que traficaba la red, sobre todo porque Villanueva añadió que las investigaciones no han concluido. Entre los coruñeses detenidos (los últimos de los cuales pasaron ayer a disposición judicial) se encuentran hosteleros y abogados, algunos de los cuales ocupaban puestos muy importantes en la trama que había organizado  Miguel A.G.L.  y a la que le fueron incautados 335 kilos de cocaína en las distintas redadas que se llevaron a cabo en varias ciudades de Europa y Sudamérica.

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Aunque entre los detenidos hay varios porteros, los investigadores del Equipo de Crimen Organizado (ECO) de Galicia descubrieron también a varios hosteleros como los cargados de distribuir la mercancía en el circuito coruñés. En el caso de F.I.A, que era propietario de un famoso local en la calle de Juan Flórez, los agentes descubrieron en el piso de su pareja casi dos kilos de cocaína. “No quiere decir que los dueños de todos los locales donde se celebraran estas fiestas traficaran, pero que había tráfico es indudable”, aseguran fuentes cercanas a la investigación de la Guardia Civil.
Pero la “gente bien” coruñesa, estaba implicada no solo como cliente: entre los detenidos también se encuentra otro joven cuya familia, muy conocida, es propietaria de una clínica dental y que decidió colaborar de forma activa con los narcotraficantes, poniendo a su disposición su Alfa Romeo para que un  mecánico le instalara un doble fondo donde transportar la droga.
De hecho, este sujeto también habría utilizado material químico de la empresa de su padre  para ayudar a la banda a montar un laboratorio aquí, en A Coruña, donde cortar la cocaína. Sin embargo, parece ser que no llegaron a montar la instalación, puesto que las pesquisas de la Guardia Civil no llegaron a determinar su paradero.
Se sospecha que les marchaba tan bien el negocio, que había decidido expandirse:  J.L.N., que fuentes de la Guardia Civil consideran la mano derecha del cabecilla, era el encargado de abrir la nueva sucursal en Barcelona, para lo  que tenía dedicación completa: el segundo  hombre más importante de la trama no tenía ningún trabajo conocido, porque se dedicaba a transportar la droga. Cuando los agentes del  Instituto Armado lo arrestaron, ya vivía en un piso de la ciudad condal con su pareja, que trabaja allí.