Los testigos de la toma de rehenes de Padre Rubinos empiezan a declarar

Los testigos de la toma de rehenes  de Padre Rubinos empiezan a declarar

La Policía Nacional comienza a tomar declaraciones a las víctimas de la toma de rehenes de la plaza de Padre Rubinos, con el objetivo de esclarecer un caso cuyos detalles no están ni mucho menos claros. Los agentes siguen buscando al sujeto que, según las testigos, entró en el piso segundo izquierda del número 15 de dicha plaza y que amenazó a una mujer y cuatro niños con un cuchillo para luego desaparecer antes de que en el lugar convergieran agentes antidisturbios así como del Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) de Galicia. Esta búsqueda se ve dificultada porque las víctimas no pudieron identificar porque iba encapuchado pero lo cierto es que, por el momento, hay muchos interrogantes que resolver además de la identidad del agresor.

A varias fuentes de la Policía Nacional les llama la atención lo estrafalario del caso. Las propias víctimas lanzaban la hipótesis de que el encapuchado que penetró en su hogar debía de ser un atracador. Ahora bien, las mismas fuentes confiesan que resulta un modus operandi muy extraño para un ladrón llamar a un piso al azar y esperar que le abran cuando va cubierto con un pasamontañas y armado con un enorme cuchillo. En este caso tuvo suerte porque Yasmine Martínez, la joven dominicana de 23 años que le abrió la puerta, creyó que se trataba de su madre la que llamaba porque era la hora (pasadas las cinco de la tarde) a la que habitualmente regresaba a su domicilio y le abrió sin comprobarlo.

Al parecer, el encapuchado \“solo se le veían los ojos y la boca\”, según mantiene la joven dominicana, que recuerda también que el sujeto era bastante bajo y algo gordo. Otro detalle que llama la atención es que tanto según Yasmine como su hermana de diez años, el agresor estaba calzado con \“una especie de chanclas\”. Algo extraño si se tiene en cuenta de que los hechos tuvieron lugar en una lluviosa tarde de enero, por lo que las víctimas suponen que su agresor \“debía de vivir cerca\” o incluso \“ser del edificio\”.

Sin golpes > Una vez vio en el descansillo al ladrón empuñando un cuchillo en lo alto, Martínez salió corriendo a la habitación del fondo donde se encontraba su hermana menor, su hermanastro de seis meses y dos niños más, hijos de los vecinos del primero, a los que estaba cuidando. La habitación tenía pestillo y lo echó, de manera que el agresor no pudo entrar. En ningún momento el sujeto dijo nada, pero sí que empujó y golpeó la puerta tratando de entrar.

Sin embargo, no ejerció mucha fuerza, porque la puerta no estaba astillada ni presentaba más marcas que las que habían dejado los polvos blancos de la Policía Científica, que había buscado huellas dactilares en la superficie de madera. Mientras el hombre del cuchillo trataba de entrar, Martínez se asomó por la ventana, que daba a un patio de luces, y gritó para llamar la atención de los vecinos, porque se había dejado el teléfono móvil en otra parte de la casa.

Estos tardaron bastante en percatarse de que algo estaba ocurriendo, porque la Policía, tanto Nacional como Local, no recibió el primer aviso las 18.30 horas, cuando se les informó de que había un hombre armado con un cuchillo que había tomado rehenes. Entonces tres agentes entraron por la calle de atrás, la avenida de Arteixo, y se coló por la misma ventana del patio de luces para proteger a la joven y a las niñas mientras esperaban a que llegaran los refuerzos. Como la puerta estaba cerrada, y las víctimas tampoco tenían llaves consigo, los agentes del GOES la echaron abajo con un ariete y registraron el piso, sin hallar a nadie.

Todas las habitaciones del piso habían sido registradas, lo que da pie a la hipótesis de que el agresor era un ladrón que buscaba algo, de ahí que no tratara de entrar en el dormitorio donde se refugió la joven con las niñas. Fuentes de la Policía Nacional barajan como los móviles con más sentido que el sujeto podría buscar haber entrado buscando algo en concreto, o que también podría tratarse de un ajuste de cuentas o quizá de un problema relacionado con la violencia familiar.

Los testigos de la toma de rehenes de Padre Rubinos empiezan a declarar

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