Los tatarabuelos cumplen cuatro millones de años

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 muestra itinerante “orígenes. cinco hitos en la evolución humana”

Repasar las diferentes etapas que atravesó la especie humana y reflexionar sobre el pasado para asumir los retos del futuro son dos de los objetivos de “Orígenes. Cinco hitos de la evolución humana”, la exposición que inauguró ayer la obra social de La Caixa en los jardines de Méndez Núñez, y que permitirá trasladar a los coruñeses a la vida de sus antepasados de hace más de cuatro millones de años.

reportaje de r. l.

“S i nos equivocamos también podemos desaparecer nosotros”. Es una advertencia de Lluís Reverter, secretario general de la Fundación La Caixa y responsable de la muestra “Orígenes.

Cinco hitos en la evolución humana”, que se estrenó ayer en Méndez Núñez, y que repasa las distintas etapas de la evolución humana con dos objetivos: refrescar la Historia de la humanidad a los coruñeses y, sobre todo, según Reverter, “acercar el conocimiento de nuestros ancestros” para no cometer errores en el futuro. Y es que, tal y como recordó, no hay que olvidar que los antecesores del homo sapiens “desaparecieron al no ser capaces de aclimatarse a los cambios” del planeta.
La muestra, organizada por la obra social de La Caixa y que ocupa el interior de una carpa convertida en museo móvil en los jardines, da cuenta de lo “lentísima” que ha sido la evolución a lo largo de millones de años, frente a los “vertiginosos” cambios que trajo consigo la sociedad del conocimiento. Basta con comparar, tal y como destacó el secretario general de la fundación, la revolución tecnológica de las últimas décadas con los 900.000 años que se necesitaron para que la especie humana pasase de una simple herramienta inicial a otra.
Así, “Orígenes” busca trasladar a los visitantes a hace más de cuatro millones de años, al inicio del proceso de hominización y humanización que vivió la Tierra. Para ello se organiza un recorrido por los cinco factores que marcaron el curso de la evolución humana: el bipedismo, la fabricación de las herramientas, el dominio del fuego, la autoconciencia y el conocimiento de lo abstracto.
En este mini museo de la Historia natural, los coruñeses se acercan a sus “tatarabuelos” a través  de escenografías de tamaño natural o reproducciones realistas de individuos de las distintas especies. También se muestran réplicas de “testimonios” únicos, como una copia de la primera pisada de homínidos, que quedó impresa en las cenizas volcánicas de Laetoli, en Tanzania.

El Ideal Gallego-2011-09-28-011-ac34e7d7Composición > Atendiendo a las diferentes etapas de la evolución, la exposición se divide en cinco partes. En la primera, el protagonista es un antepasado euroasiático del eslabón perdido, el Dryopithecus, o mono de los árboles, que se desplazaba colgado de las ramas, algo que le permitía escapar de los depredadores del suelo. A partir de ahí, esta especie, que vivía en grupo, comenzó a sufrir una serie de adaptaciones para sobrevivir en un medio hostil.
De aquí se pasa a la segunda parte de la exposición: el bipedismo. Los cambios climáticos provocaron la reducción de las selvas húmedas, lo que generó nuevas necesidades en los antropoides, como, por ejemplo, la de bajar al suelo y desarrollar nuevos mecanismos de defensa. Esto hizo que los primates pudiesen desplazarse de una forma más eficaz y asegurarse la alimentación, empleando las manos libres. El paso del tiempo hizo que esta población bípeda diese lugar, hace más de cuatro millones de años, al Austrolopithecus, el homínido más antiguo confirmado que ya caminada de una forma muy parecida a la de los hombres en la actualidad.
En la tercera parte de la exposición se introduce la capacidad de fabricar herramientas a partir de objetos naturales del género Homo. Según consta en la exposición, se trata de la primera muestra de adquisición cultural, a la que seguirán tiempo después todas las demás. La cuarta y la quinta parte de la muestra se centran en la aparición del fuego –una reproducción de un grupo de Homo erectus reunidos entorno al fuego en una cueva da buena cuenta de ello–, y en los primeros enterramientos humanos, que simbolizan la autoconciencia.
La exposición –en la que colaboraron los museos científicos, y que fue comisariada por Luís Batista– estará abierta hasta el 1 de noviembre. El recorrido se completa con un espejo, para que los visitanes puedan reflexionar sobre los cambios de la humanidad.

 

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