Los talentos que pastan lejos

 macuf “becas de creación artística en el extranjero 2009”

Hace dos años de aquello, pero la oportunidad que el Macuf les ha brindado repercute ahora en tres reflexiones. Los artistas Félix Fernández, David Ferrando y Nano 4814 vierten ahora sus experiencias en Nueva York, Berlín, Londres, Lima y México, que tiene que ver con el contraste, el capitalismo, la imagen y la muerte. Todo en una exposición.

Reportaje de marta garcía márquez

El Macuf se nutre de pequeños talentos, valores emergentes que han ido a pastar a otros campos para seguir creciendo. Es el caso de Félix Fernández. El artista ha disfrutado de su beca en Berlín y Nueva York, que son como una especie de Yin Yang que ahora pone en escena. Para empezar, el creador presenta las dos caras en una pareja de autorretratos.

La primera está invadida de ramas amables. Es Berlín. Una ciudad horizontal que se recorre en bicicleta. En la otra, su rostro está agujereado. Las quemaduras de cigarro son, en realidad, muestras de supervivencia en un conjunto de rascacielos sobre una roca, que más adelante retrata y manipula.
Félix le dedica a los edificios de Nueva York una serie fotográfica. Les inserta palabras y los introduce en cajas de luz. Estas instantáneas contrastan con las que realiza en Alemania, en medio de lo verde, como el que se busca y también se encuentra. Fernández sigue cruzando líneas para atravesar Nueva York con un videoclip, donde un hombre de negocios se transforma después de escuchar la historia de un camionero. Es como si dejara de ser metálico y sintiera. También presenta a un individuo en números. Dice el artista que en Norteamérica a todo le ponen cifras.
Después están las dos instalaciones. Una de ellas está compuesta de culos de botellas de Coca-Cola y simboliza la cultura de masas que todo lo absorbe. La otra es un monumento funerario al capitalismo. Con ruedas que son velicidad y consumo. Berlín es otra cosa. Él lo retrata a través de un personaje inmigrante.
Al otro lado de la sala está David Ferrando, que ofrece un poco de lo que respiró en Londres. Él se va hasta la imagen como la forma que tiene el hombre de abarcar una realidad que, para él, es un símbolo de la muerte. Porque uno puede crear en su cabeza una idea de cómo es alguien que nada tiene que ver con lo que es en tiempo real. El artista juega, además, con la tecnología, que ayuda a imponer visiones por encima de lo que son las cosas.
David construye carteles con eslóganes muy explícitos sobre la manera de acotar momentos muertos y recurre a la música para repensar sobre lo mismo. ¿Por qué la gente se siente atraída por una voz y eso crea un estereotipo? Es así como en su apartado se puede escuchar a Frank Sinatra o Barbra Streisand, cantantes icónicos que amortiguan el sonido de un vinilo estropeado. El disco hace de banda sonora a un conjunto de polaroids que hacen reflexionar sobre las instantáneas como unidades de información que el hombre completa. Lo que no saben, dice, es que todas las parejas retratadas mueren.
Ferrando incide en el deseo y la fantasía, que siempre está ahí para representarlo en una reinterpretación de “El lago azul” a nivel sonoro. Él extrae los diálogos de distintos filmes para crear un discurso, que dictamina que el amor adolescente le pone cortapisas al amor real, al que le salen arrugas y se hace mayor.
El último de los creadores, Nano4814 pone el contrapunto. El artista se mueve por impulsos. Reflexiona en alto sobre la vida y salen piezas. Unas se inspiran en los restos de pintura que quedan en su estudio. Él los traslada al Macuf. Otras se basan en la cultura de la muerte, que tanto le atrae y se compone de huesos y arena. Su estancia en Perú y en México fue, sin duda, una oportunidad para contactar con toda la tradición muralística que existe. Seguramente que la cultura popular le dijo cosas pero, asegura, “estas van surgiendo” y, en este sentido, las suyas tienen que ver con su propio epitafio, postrado en el suelo, y la impronta, en distintas versiones.