Los murales que Lugrís fue dejando por toda la ciudad llegan al Parlamento

Los murales que Lugrís fue dejando por toda la ciudad llegan al Parlamento
05 enero 2012 a coruña.- el cierre de la cafetería vecchio deja a la calle real huérfana de otro de sus iconos

A punto de que la cafetería Vecchio eche la verja por escisión del contrato con los propietarios del inmueble –dueños también del banco Etcheverría–, el BNG propone una serie de iniciativas para que el mural de Lugrís que malvive en el interior del local sobreviva. La parlamentaria Ana Pontón recordaba que la pieza que habla de surrealismo y de mar no está ni catalogada ni protegida y que su futuro está a día de hoy en manos de los arrendatarios, que han recibido numerosas propuestas para llenar de contenidos el número 74 de la calle Real.

Con el Vecchio a punto de cerrar, el futuro de su obra  está en manos de   los dueños del local

Los nacionalistas exigen la protección de la pieza y ponen como antecedente que la conservación de la obra del coruñés fue tratada en la Cámara gallega durante la pasada legislatura cuando la Xunta se comprometía a inventariar todo el patrimonio muralístico repartido por Galicia, con una especial atención a la obra dispersa entre edificios públicos y privados con el fin de que se llevase a estudio un posible trabajo de restauración del mural del Vecchio, del que se encuentra en la calle de Los Olmos, 27; el de la Casa do Mar de Malpica y el de la Escuela Igrexa de Vilaboa.

 

Incumplimientos

Pontón denuncia el incumplimiento del acuerdo pactado en octubre de 2009 y critica el abandono del Gobierno Autonómico frente a la colección de murales de un referente: “Urxe pois que a Xunta actúe coa finalidade de garantir que a obra de Urbano Lugrís perdure e se conserve en condicións dignas”, afirma la representante en las iniciativas. Así, la diputada reclama que se inicien de manera urgente las actuaciones necesarias para garantizar que los gallegos puedan disfrutar por más tiempo del estilo inconfundible de un mago del pincel.

En este sentido, a falta de que se confirme el próximo inquilino del bajo de la calle Real, todos los murales de Lugrís repartidos por la ciudad dependen en la actualidad del interés o el conocimiento de los dueños de esos locales. Ellos tienen la potestad de acabar con el mundo onírico del artista o por lo contrario conservarlo. En el caso de los propietarios de A Mundiña, en La Estrella, fueron ellos mismos los que se encargaron de proteger dos piezas cuando se hicieron con la propiedad en 2008.

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