Los héroes del Orzán se hacen inmortales desde el “nuevo faro” de la ciudad

Los héroes del Orzán se hacen inmortales desde el “nuevo faro” de la ciudad
vista nocturna de la coraza iluminada quintana

Juanito Darriba, Francisco Alcaraz, Javier López, Rodrigo Maseda y José Antonio Villamor. Ya no es necesario serpentear por los pasillos de San Amaro o rebuscar entre los recortes cosechados de la hemeroteca para poder leer sus nombres. Han pasado más de cien años para los dos primeros y exactamente uno para los tres últimos. Los héroes del Orzán se hicieron ayer inmortales en el conjunto escultórico que corona la remozada Coraza, y que recuerda en su placa la sublime generosidad de quienes dejaron su vida pocos metros más abajo, tratando de salvar a gentes en apuros.

La de ayer fue una mañana especial, con una puesta en escena que culminó la dureza de los propios acontecimientos que se rememoraban. El cielo quiso cubrir con un denso manto de agua la convocatoria, como si tratase de poner a prueba la voluntad de los presentes. En efecto. No era día para curiosos, para morbosos ni para paseantes accidentales.

 

EMOCIÓN DESBORDADA

La iglesia parroquial de María Auxiliadora, el templo de los Salesianos, majestuoso, amplio, se quedó pequeño para el cerca de un millar de personas que acudió a la Eucaristía con que se abría el programa de actos. Familia y autoridades ocupaban los primeras bancos, pero al fondo, en las localidades de la discreción, las primeras lágrimas auguraban una mañana de intensa emoción y duros recuerdos.

La ceremonia religiosa estuvo presidida por el arzobispo de Santiago, Julián Barrio

La ceremonia religiosa fue presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Julián Barrio, quien en su homilía esbozó el paralelismo entre la entrega de los tres agentes y la generosidad como pilar de los valores cristianos.

Los soportales del colegio dieron cobijo a los presentes, al final de la ceremonia, para intercambiar los primeros abrazos y gestos de cariño, entre los que las familias de los infortunados policías encontraron lo más calurosos. Entre los presentes, buena parte de las autoridades, a la que se sumarían más representantes públicos más tarde, ya en la Coraza.

 

SILENCIO RESPETUOSO

Media hora antes del inicio del acto solemne, los soportales de la avenida de Barrié de la Maza ya estaban abarrotados de gente, a resguardo de la incesante lluvia. A la llegada del presidente de la Xunta ya no cabía un alma. Pero el silencio era de un respeto escalofriante.

Los soportales del patio de los Salesianos        dieron cobijo para               los primeros abrazos

El chasquido de la lluvia y la ronquera de las olas rompiendo como rompían un año atrás de madrugada ponían la solemne música ambiental.

El alcalde fue el primero en hablar, justo después de retirar el terciopelo rojo que ocultaba la placa. “Pasarán los meses, pero ni pasará el duelo ni llegará el olvido”, proclamaba Carlos Negreira, quien dedicó la primera parte de su intervención a glosar el final de la historia de los dos homenajeados que encontraron su muerte a finales del siglo XIX.

El alcalde relacionó a todos los que de una forma u otra participaron en las horas y los días siguientes a la desaparición de los tres agentes y del estudiante Tomas Velicky en las tareas de rastreo y rescate de sus cadáveres. También destacó la “magnífica escultura”, obra de Sonia Romero, José Luis Rey y José Manuel Mihura.

“Hay paisajes imposibles de desterrar. Los coruñeses nos hemos forjado con este mar. Forma parte de nuestras vivencias, del inventario de una ciudad que ha crecido arrullada entre sus olas. El Orzán es nuestra ventana hacia el mundo, el mar que nos da todo, pero que también nos lo quita, sosegado y furioso; acogedor y cruel. Desde hoy depositamos junto a él, en estos lazos, nuestros corazones”, concluyó el alcalde.

Especialmente emotiva fue la intervención del director general de la Policía, Ignacio Cosidó, quien hizo un esfuerzo por evitar que la emoción le pudiese y con voz entrecortada se refirió a Maseda, López y Villamor como “el espejo en el que los agentes de la Policía Nacional se miran cada día”, y recordó las últimas hazañas de los miembros de los cuerpos del Estado, como el rescate de una mujer en las vías del Metro de Madrid o el rescate de una familia entre llamas en una casa de Cáceres.

 

Agradecimiento

Tomó a continuación la palabra Loreto López, viuda de Javier López, para agradecer –en nombre de todos los familiares– las muestras de apoyo recibidas. La entereza con que afrontó el encargo sorprendió a los presentes. “Confiamos en que esta escultura sirva de ejemplo para generaciones futuras”.

Tras veinte minutos de estoica resistencia al chaparrón, el presidente de la Xunta se colocaba ante el atril para cerrar el turno de intervenciones. “Javier López, Rodrigo Maseda y José Antonio Villamor demostran que os heroes non están nas lendas. A súa pegada dinos que ao noso redor hai persoas capaces de actos de inmensa xenerosidade e permítenos ollar o futuro con máis optimismo”, señaló el presidente.

“Eles estannos dicindo que se equivocan os que pensan que estes xa non son tempos de grandes fazañas, e que no seu lugar prima a insolidaridade e o egoísmo”, añadió.

Feijóo concluyó bautizando la Coraza como “un novo faro”, réplica “do vello” que da luz.

A pesar de que el agua ya había calado hasta la médula, tras la interpretación ahogada de los himnos gallego y español (la banda se refugiaba al otro lado de la calzada), los presentes se tomaron su tiempo para vencer el mar de paraguas y acercarse a rendir su primer culto al ícono de la inmortalidad

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