Los guardias civiles denuncian el uso recaudatorio de los radares móviles

Los guardias civiles denuncian el uso recaudatorio de  los radares móviles
La carretera de Baños de Arteixo es uno de los lugares preferidos por los operadores de radar javier alborés

 El uso que la Agrupación de Tráfico hace de los radares, sobre todo de los portátiles, ha sido criticado por la asociación profesional Unión de Guardias Civiles (UGC), que considera que en el área metropolitana coruñesa se están utilizando en lugares donde la siniestralidad no los justifica: “La única razón por la que se colocan allí es para recaudar y cumplir la cuota de multas que cada operador tiene”. La UGC calcula que en la comarca hay por lo menos tres zonas donde se está abusando del radar con el único fin de poner multas. La más reciente de ellas es la carretera de Baños de Arteixo, en dirección hacia Carballo, donde estacionan la cámara de radar en un punto cercano a la rotonda de Ikea.

“Como hay un tramo en el que el límite de velocidad es de 60 kilómetros por hora que no se respeta, los operadores de radar se instalan allí”, explicaron desde UGC, donde señalan que la responsabilidad por la manera de actuar de los agentes recae en los mandos. En este caso, en el jefe del subsector. Hasta hace unos dos meses, a los operadores de radar no se les obligaba a notificar todas las infracciones que captaban con sus aparatos, pero ahora tienen que notificarlas por orden del jefe del subsector, que solo permite un 15% sin notificar.

Los siete operadores en activo ponen una media de 150 denuncias al mes, según la asociación UGC

 

No existe un cupo de denuncias para el radar, pero se espera que los operadores (hay siete operativos en Perillo) sean “productivos”. Y lo son: cada uno de media pone entre 150 y 200 multas al mes. Para conseguir estas cifras, los operadores de radar se despliegan en los tramos de carreteras donde saben que los conductores aprovechan las rectas para pisar el demasiado el acelerador.

Uno de estos puntos se encuentra en la N-VI, que se ha convertido un verdadero caladero de infractores: “Especialmente los tramos que van desde O Carballo hasta Cortiñán. Entre esos dos puntos existe un tramo de diez kilómetros donde muchas veces se apostan los operadores de radar”. UGC, que es la asociación mayoritaria en la Agrupación de Tráfico del Instituto Armado, reconoce que, en su época, Cortiñán era un punto negro donde se perdieron muchas vidas. “Pero desde que se abrió la autovía, ese problema no existe”, matizan.

 En Perillo > Tampoco está de acuerdo la asociación profesional en la situación de uno de los dos radares fijos que se encuentran instalados en el área metropolitana coruñesa. El otro, situado en la N-550 a la altura de Palavea, es un ejemplo del uso adecuado de los radares. “Ha servido para salvar muchas vidas, porque ese era, antes de que instalaran el aparato, un punto negro en el que había accidentes graves todas las semanas, y ahora ya no es así”. Pero a UGC le disgusta casi tanto el otro radar fijo, el de Perillo, como les gusta el de Palavea.

Se encuentra justo delante del cuartel del destacamento de Tráfico de Perillo, en un tramo de carretera recto, con doble carril en ambos sentidos, y una protección de jerseys de cemento que impide que los peatones crucen en cualquier sentido, y les obliga a utilizar los pasos elevados que hay dispuestos para ello. El límite de velocidad marcado allí es de 50 kilómetros por hora: “Ahí no existe un verdadero problema, ni de siniestralidad ni de peligro para los peatones”.

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