Los chabolistas resisten en Penamoa tras rebasar el mes de plazo para su desalojo

Los chabolistas resisten en Penamoa tras rebasar el mes de plazo para su desalojo
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El mes de febrero concluye sin haber visto el final de Penamoa, lo que demuestra, una vez más, la capacidad de resistencia de lo que queda del poblado chabolista: ocho infraviviendas enquistadas en un margen de la Tercera Ronda. Sus habitantes habían recibido el pasado 23 de enero un documento que les comunicaba que tenían un mes de plazo para abandonar sus hogares. Pero el plazo se cumplió y las excavadoras no han aparecido, así que los chabolsitas siguen adelante con su día a día. “A nosotros nadie nos ha dicho nada ni han venido por aquí”, explicaron.

Así que la tranquilidad es la tónica dominante en Penamoa. En cambio, en O Ventorrillo, creen que ya llevan demasiado tiempo tomándose las cosas con calma. La portavoz de la plataforma Ventorrillo Desmantelamiento Penamoa, Ana Oreiro, califica de “engaño” la situación y recuerda al Ayuntamiento que la situación del poblado no ha cambiado desde que el PP llegó al poder hace ya nueve meses, “a pesar de las promesas realizadas durante la campaña electoral del señor alcalde”.

El teniente de alcalde Julio Flores salió al paso de estas declaraciones y reiteró que el gobierno local pretende una solución definitiva al poblado chabolista, una vez que el juzgado dictamine el desalojo de “las cuatro chabolas” que aún resisten. “Estamos esperando una orden judicial para finalizar definitivamente con un poblado que nació con un gobierno socialista”, recordó.

 

Regeneración > Flores también prometió que, nada más derribarse las infraviviendas, se pondrá en marcha el “plan de regeneración medioambiental”. Precisamente los vecinos echan en cara al Ayuntamiento la falta de limpieza de los terrenos que rodean a Penamoa. “El alcalde ha permitido no solo que siga habiendo droga, sino más basura, y que siga habiendo quema de chatarra”, critica Oreiro, que recuerda que la acumulación de grandes cantidades de basura es un problema de salud pública, sobre todo en el caso de las jeringuillas. Incluso desaparecen los contenedores de las calles del barrio para aparecer en los descampados, empleados presuntamente por los chabolistas para transportar material.

Son agentes municipales los que vigilan el poblado para evitar nuevos reasentamientos después de haberse llevado a cabo un desalojo. En los últimos meses, ya han tenido que expulsar en dos ocasiones a un clan que buscaba reinstalarse en los alrededores de su antigua vivienda, pero Oreiro recuerda que la plataforma había denunciado durante semanas la situación antes de que las autoridades se decidieran a actuar. La razón de la demora entonces fue que la Policía Local estaba tratando de localizar a los dueños del terreno en el que había acampado la familia gitana, lo que al final no se consiguió, y tuvo que alegar que se estaba creando un problema de salud pública para poder expulsarlos y obligarles a mover la furgoneta donde vivían. Pero los vecinos de O Ventorrillo están hartos ya de demoras y la plataforma anuncia que emprenderá en breve actuaciones para denunciar la situación.

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