La letra pequeña de una patada mal dada

La letra pequeña de una patada mal dada
La asociación organizó el domingo pasado una escapada para identificar setas

Nacieron con la intención de abrir el mundo de la micología a un país que no se distingue del resto de su raza por querer a las setas. Al contrario, darles una patada está a la orden del día, cuenta el divulgador Fernando Ramos, sin que el sujeto tenga idea de que ese golpe de pierna mal dado está limitando la vida de los hongos y de los árboles vecinos. Porque la “micofobia” es un mal que arrastra Galicia por todos esos aquelarres donde las setas tenían culpa de embrujos, asegura el especialista, el Colectivo Micolóxico Coruñés se reúne todos los lunes lejos del bosque, en el bar San Juan.
Identifican especies y organizan salidas como la del domingo pasado en la que descubrieron una orquídea y también muchas Amanitas phalloides. Hoy, el experto Chemi Traba conectará a las 20.30 horas en el local de Monte Alto un microscopio a un plasma y los presentes contemplarán formas increíbles y esporas que guardan estas criaturas en sus tripas.
Ramos se confiesa amante no solo por su singularidad en medio de la alfombra verde. También porque se han encargado de masticar las pezuñas y cornamentas, los restos orgánicos que de solaparse en el suelo, lo harían inhabitable. Así es que igual que al árbol, el grupo de las Micorrícicos –donde se incluyen boletus, amanitas y cantharellus–, le ponen en la boca sustancias que de otro modo no podría asimilar, los vegetales con ramas le dan a estos hongos parte de la materia que les permite estar en pie, en un ecosistema rico en variedades, pero que lucha contra los malos movimientos con el pie y las plantaciones de eucaliptos: “No favorecen el crecimiento de setas autóctonas, pero sí de las invasoras como la Clathrus archeri”, que parece un pulpo en tierra.
El que se decantó por ciencias por los programas que engulló de Félix Rodríguez de la Fuente siendo niño asegura que de la misma manera que zanahoria y cicuta tienen parecidos razonables, pero nadie se confunde, en el mundo micológico pasa lo mismo: “Hay nuezas biónicas venenosas que tienen la apariencia de moras, pero con las setas existe un miedo desproporcional”.
Por delante, quedan muchas jornadas de caminar entre hojas con la cesta en ristre, de otear novedades y pedirle al cielo que llueva porque solo así se activan y pegan estirones sus amigas. Con asociaciones como la que se formó el año pasado sobre el asfalto, las setas ganan adeptos. De esos que cogen unas pocas y dejan al resto hacer su trabajo.

La letra pequeña de una patada mal dada

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