Las quejas vecinales dejan al descubierto un “piso patera” junto al Paseo Marítimo

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 R.L. > a coruña
 En un mes, los técnicos de Urbanismo acudirán a un piso del número 7 de Modesta Goicouria para comprobar si se ha cumplido una orden demolición que obliga a eliminar las reformas que se hicieron en dicha vivienda y que sirvieron para convertir sus seis habitaciones en sendos miniapartamentos, cada uno provisto de su diminuto baño y cocina. Por el momento, la demolición no ha tenido lugar, como han confirmado las únicas inquilinas que aún permanecen en el inmueble: Inma L. y Mónica D. De las dos jóvenes, la primera es la que lleva viviendo más tiempo allí. Llegó hace tres años, cuando acaba de acometerse la reforma, declarada ilegal, y todavía figura como la única inquilina del piso, a pesar del acoso de su casero, que ambas denuncian: “Me gustaría marcharme, pero no lo haré hasta que vengan a demoler los tabiques porque, si no, el dueño volvería a meter gente aquí”.
Ya lo hizo antes. En los últimos meses toda clase de gente ha ocupado las habitaciones de este curioso piso patera (en uno de los compartimentos llegaron a vivir seis personas). En una inmobiliaria no muy lejana y, aún con la orden de demolición pendiente, se anuncia el apartamento como disponible. Por eso, las dos jóvenes se niegan a abandonarlo hasta que el piso haya recuperado su forma original, ya sea por decisión de su casero, o por la actuación forzosa de las autoridades.
Incluso entonces, es poco probable que cesen los problemas que los vecinos aseguran haber tenido siempre con el dueño del piso y que comenzaron hace tres años cuando la portera les informó de que había visto cómo subían seis inodoros a la planta. “Entonces negó que estuviera dividendo el piso en apartamentos, pero también se negó a que lo comprobáramos nosotros mismos”, recuerda uno de ellos. Y eso, a pesar de que la reforma que se llevó a cabo es digna de ver, igual que sus consecuencias.

Instalación > “Una sola persona lo hizo todo: la instalación eléctrica, la de las tuberías, todo...”, asegura Inma L. Una investigación posterior realizada por un fontanero más profesional determinó que, muy probablemente, la canalización que se utilizaba para el agua y las fecales era la misma, lo cual podría ofrecer una explicación de por qué el vecino de abajo tuvo que abandonar la casa debido a las constantes filtraciones.
También la instalación eléctrica presenta notables deficiencias dado que, en un momento u otro, prácticamente todos los electrodomésticos que las dos jóvenes han enchufado a la red han estallado: desde bombillas hasta planchas para el pelo, pasando por neveras. Incluso la lavadora se recalienta hasta el punto de quemar sus ropas.
“Cuando nos quejamos, al principio nos decía que lo iba a arreglar, luego que no tenía dinero y que lo pagáramos nosotras y que nos lo restaría del alquiler”, explican las afectadas. Ahora, les demanda el importe de la renta que ellas no pagaron y, además, se quejan de que sus tácticas intimidatorias continúan: “El otro día apareció un chico diciendo que le habían alquilado el piso y que teníamos que irnos, a pesar de que sabíamos que no es cierto. Tenía la lección muy bien aprendida”. También han aparecido misteriosos desperfectos. Cada vez que ocurre algo, se ven obligadas a llamar a la Policía Nacional: “Son supermajísimos porque siempre no escuchan”.

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