La Unidad Neonatal del Teresa Herrera facilita la calidad de vida de los padres

La Unidad Neonatal del Teresa Herrera facilita la calidad de vida de los padres
el responsable de la unidad neonatal, josã© luis fernã¡ndez trisac

Un día cualquiera en la Unidad Neonatal del hospital Teresa Herrera transcurre en un clima de confianza tal que los padres tienen total libertad para escoger el momento de estar con sus niños. De 09.30 a 23.00 horas, las incubadoras están accesibles en un proceso de apertura que comenzó hace meses y en una planta donde se gesta una relación muy especial entre los bebés prematuros, sus progenitores y las enfermeras.

El responsable José Luis Fernández Trisac asegura que ellas realizan el 95% de los cuidados y atenciones que necesitan los que vienen al mundo antes de lo previsto. De los 3.000 partos que asisten al año en el Materno Infantil, el 10% son de pequeños nacidos antes de tiempo. Sin embargo, hay que diferenciar los que lo hacen entre la semana 24 y 25, que se denominan extremos, y los de alto riesgo, que asoman su nariz antes de la semana 32 y pesan menos de 1,5 kilos.

Desde que José Luis Fernández se incorporó a la unidad hace 20 años, ha visto cómo los internos han aumentado hasta el punto de que el 10% de media de España y el 12% de Estados Unidos son superiores a las de países en vías de desarrollo. ¿Por qué? La incorporación de la mujer al mundo laboral y la edad a la que se decide tener descendencia son factores que favorecen este fenómeno, pero hay muchas otras razones. Infecciones como el tabaquismo o el estrés que padecen las embarazadas, además de las técnicas de fecundación asistidas completan el puzzle de riesgos. Lo que sí es cierto es que del conjunto de niños prematuros, los extremos han descendido ligeramente.

El especialista lo achaca a los cuidados de los obstetras, que son capaces mediante fármacos y nuevos protocolos de alargar la estancia de los fetos en la barriga de su madre. Y es que un día más dentro de ella es esencial para su mejor desarrollo. Es por eso que los expertos han dado con fórmulas con las que frenan ciertas amenazas de parto. Y en esto también juega una parte esencial el mayor control sobre las mujeres que van a dar a luz.

Cuando el parto es irremediable, otra parte del centro hospitalario se pone a funcionar. El doctor asegura que el momento en que el bebé enseña su cabecita al mundo y los primeros días de vida corresponden a la parte más crítica. Pasada la barrera de mayor peligro, la unidad se marca unos plazos más amplios. Que varían dependiendo de cada uno porque en esto de los prematuros “no hay ninguno igual. Ni siquiera los gemelos”.

Es entonces cuando los especialistas siguen de forma exhaustiva el desarrollo psicomotor de las criaturas. Se preocupan por sus capacidades cognitivas y neurológicas y llaman a una siguiente unidad, la de cirugía, si lo ven necesario. En el tratamiento de los niños prematuros, Fernández señala que no hay ninguna regla escrita pero admite que existe una que se suele cumplir. El alta del paciente coincide con la edad a la que tendría que salir por primera vez al exterior.

Tampoco existen herramientas para determinar que el pequeño tiene visos de salir sin avisar: “Contamos con algunas pruebas que pueden orientar para dar un pronóstico ante determinadas hallazgos”. Con todo y eso, el neonatólogo señala que los prematuros pueden desarrollar una vida normal y sin problemas. P ara ello, el contacto con los padres desde el primer instante es fundamental.

En una mañana como la del viernes pasado, la estampa que presenta la unidad es conmovedora. Por una parte, las enfermeras se aseguran de que el ambiente sea confortable y de que las máquinas estén perfectamente programadas y las que no, están ayudando a las madres para que coloquen correctamente a sus niños. Uno puede apreciar el instinto maternal aunque sea a golpe de incubadora en un simple gesto. El de una mamá cogiéndole la manita a su retoño.

En este punto, Fernández hace un paréntesis para recordar que el planteamiento de este tipo de unidades en la actualidad es a modo de boxes que, como en la Fórmula 1, son apartados individuales donde los padres tienen más intimidad. Sin embargo, la arquitectura del edificio no permite esta división. Aún así, “podemos hacer cosas, pero no como quisiéramos”.

Con tan solo un año al frente, el doctor ha mejorado la calidad de vida de los padres. Que pueden compaginar sus quehaceres con las visitas al hospital. En un ir y venir que termina en la mayoría de los casos con un final feliz. Donde el pequeño es una personita como el resto y acude a revisiones hasta los tres años de vida.

La Unidad Neonatal del Teresa Herrera facilita la calidad de vida de los padres

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