La tormenta no logró frenar ni al Nazareno ni a la Amargura

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  m. p. > a coruña

  Como si de un milagro se tratase, la lluvia, que había hecho acto de presencia ayer a primera hora de la tarde en forma de tormenta, desapareció del cielo a las 19.30, cuando le tocaba salir a las procesiones del Nazareno y la Amargura. Como cada año, cientos de fieles se congregaron ante la iglesia de la Orden Tercera para presenciar uno de los pasos con mayor tirón de la Semana Santa coruñesa. Ambas tallas se separaron poco después de abandonar el templo, para volverse a encontrar más tarde y los cofrades de Nuestra Señora de la Soledad y el Santo Entierro pudieron, después de dos años sufriendo las inclemencias del tiempo, hacer el recorrido.
Lució la Virgen bajo el sol de las ocho, una talla policromada del siglo XIX. La figura, de autor anónimo, representa el dolor de la Virgen, con su corazón traspasado por siete puñales. Los asistentes quedaron impresionados ante la valiosa vestimenta bordada en oro que data también del siglo XIX.


 

La tormenta no logró frenar ni al Nazareno ni a la Amargura

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