La Policía constata que todas las familias expulsadas de A Silva han dejado la ciudad

La Policía constata que todas las familias expulsadas de A Silva han dejado la ciudad
Chabolistas de las familias portuguesas, que han vuelto ya a su país de origen patricia g. fraga

  El desalojo del edificio Residencial Finisterre, en A Silva, puede haber marcado el final como comunidad de un colectivo, el de Penamoa, que tradicionalmente se ha considerado el principal foco de conflictos de la ciudad. Desde el día 2, cuando comenzaron a acudir (algunos) al juzgado de instrucción para recibir las órdenes de desalojo, el edificio fue quedando cada vez más y más vacío hasta que, cuando llegaron las fuerzas especiales de la Policía Nacional, ya no había nadie. En cuanto a dónde han ido todas estas familias (se calcula que había más de 50), la mayor parte de ellas no se encuentra siquiera en el término municipal coruñés. Algunos, como el llamado clan de los portugueses, que fueron los últimos en abandonar Penamoa y A Silva, han decidido regresar al país luso, después de más de veinte años en A Coruña.

El resto se ha dispersado por otros ayuntamientos del área metropolitana o más allá. Varios de los antiguos chabolistas se desplazaron hasta Ferrol. En un principio se había notado su presencia en Freixeiro (Narón). Este núcleo chabolista también ha sido señalado como un foco del narcotráfico a pequeña escala, pero últimamente se han asentado en dos puntos conflictivos de la ciudad de Ferrol: Recimil y las viviendas sindicales de San Pablo.

Se trata de ocupaciones irregulares, como las que ya tuvieron lugar en el edificio de A Silva. En Recimil, hay cien viviendas ocupadas en donde viven aproximadamente 500 personas, de las que se calcula que solo un centenar tienen antecedentes o se dedican a actividades poco claras. Hay que tener en cuenta que Recimil padece un grave problema demográfico porque los antiguos residentes tienen una edad media muy alta y se producen fallecimientos cada semana, con lo que los edificios se han quedado vacíos. Por el momento no se ha producido ningún desalojo, y el ayuntamiento ferrolano está tapiando las entradas de los edificios para evitar más ocupaciones indeseadas.

 Peleas > Otro núcleo de inseguridad se ha formado en torno a Meicende. Esta zona de Arteixo, que linda con el término municipal coruñés, fue el lugar escogido por la Concejalía de Servicios Sociales durante la etapa del bipartito para reubicar a un puñado de familias. Desde entonces, los vecinos de la zona denuncian que ha aumentado el nivel de inseguridad, sobre todo porque las familias en cuestión tienen rencillas pendientes y se pelean de forma constante. Algunos de ellos participaron en la ocupación del edificio de A Silva, pero regresaron ante la amenaza del desalojo por la fuerza. El último incidente que protagonizaron fue la semana pasada: quince personas se vieron implicadas en una reyerta callejera con armas blancas en las que una mujer resultó herida.

Otros municipios del área metropolitana también han acogido a antiguos chabolistas de Penamoa, como Culleredo o Cambre. Esto ha causado algunas quejas por parte de los regidores de sus ayuntamientos, que acusaron al bipartito de librarse del problema que les suponían las familias de chabolistas pasándoselo a ellos.

Si es cierto, podría decirse que la política municipal ha funcionado: aunque no existe todavía una integración real, como fue el objetivo declarado del Plan Especial de Penamoa, no se han formado nuevos guetos en A Coruña, e incluso los vecinos de O Ventorrillo reconocen que viven más seguros ahora, a pesar de algunos focos de trapicheos que piden que se eliminen definitivamente. En cambio, los vecinos de Ferrol y del área metropolitana ven amenazada su tranquilidad.

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