La libertad que solo se logra atándose al viento

La libertad que solo se logra atándose al viento
alberto feijã³o estuvo practicando su deporte favorito, el kitesurfing, en la playa de riazor aprovechando las excepcionales condiciones del viento de ayer quintana

En el día de ayer sopló un aire frío del norte, cortante como un cuchillo, que a muchos incitó a quedarse en casa. Pero aquellos que se atrevieron a desafiarlo para caminar por el Paseo Marítimo se vieron recompensados por una estampa poco habitual, la de una cometa arrastrando a un joven por las olas que lamían el arenal del Orzán. En esta playa urbana es raro contemplar un espectáculo que se ha vuelto común en Santa Cristina o Bastiagueiro, cuando en los días de buen tiempo el mar se llena de velas, y fueron muchos los que detuvieron su paseo matinal para contemplar a Alberto Feijóo evolucionar atado a su cometa de doce metros cuadrados.

“Es difícil poder practicar kitesurfing aquí, porque es una playa que está muy encajonada. No puede soplar del este, del sur ni del oeste, el viento tiene que venir del norte, desde la bahía, y eso provoca olas que te vienen también del mismo lugar de donde sopla el aire”, reconoce Feijóo. En realidad, casi todos los lugares donde se pueden practicar deportes de tabla en A Coruña el viento dominante es el norte.

“Cuando sopla del sur, suele ser racheado y bastante malo. Aunque si vas hacia Ares y otras zonas cercanas, entonces sí que es bastante bueno”, explica este arquitecto de 29 años. Ayer el aire tampoco estaba en sus condiciones ideales, porque las rachas eran algo inconstantes. “De todos modos ahora hay aplicaciones para saber el tiempo que hará y yo sabía que por la mañana temprano sería un buen momento”. El viento le impulsó a una velocidad de entre 15 y 22 nudos (unos 40 kilómetros por hora) de un lado a otro del arenal de Riazor, aunque Feijóo advierte que tampoco es una velocidad importante: “Es cierto que llevo una cometa bastante grande, pero es la que se suele utilizar por ahí. Se puede ir mucho más rápido: el récord son unos cien kilómetros por hora”.

Sin duda fue lo bastante rápido para el público que lo contemplaba desde la balaustrada del Paseo Marítimo. Algunos incluso sacaron fotos del deportista mientras evolucionaba a su aire por Riazor y sin que este se percatara de nada. “No me enteré hasta que me lo dijeron, cuando ya estaba en la playa”, confesó. En realidad, sobre la arena Feijóo se movía mucho más torpemente que en el océano. La cometa tiraba de él y sus pies dejaban un surco mientras se resistía a emprender el vuelo. “En el mar –instruye– es diferente. Cuando estás sobre la tabla puedes clavarla en el agua y frenarte, así que tienes más control sobre el agua que caminando”.

La libertad que solo se logra atándose al viento

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