La defensa plantea que el parricida de Paderne mató a su bebé en un arrebato

La defensa plantea que el parricida de Paderne mató a su bebé en un arrebato

“¿Creen que es como ustedes, que tiene el mismo razonamiento que ustedes, o está en otro mundo?”. De la respuesta a esta pregunta dependerá en gran medida la suerte del vecino de Paderne enjuiciado estos días en la Audiencia por haber dado muerte a su hijo de 14 meses, al prender fuego a una bombona dentro del coche en el que viajaba con el bebé, hace cerca de dos años. Se la planteó ayer la letrada de la defensa a los miembros del jurado, que hoy entran a deliberar si, como mantiene la representante legal del parricida, el trastorno de personalidad que padece pudo afectar a su capacidad de entender y a su voluntad, y llevarle a cometer la “atrocidad” de quemar vivo al niño en un momento de arrebato.

La Fiscalía, que entiende que el hombre debe cumplir a pena máxima –25 años de cárcel– por un delito de asesinato, expresó ayer de otro modo el concepto jurídico del que depende que una persona pueda ser considerada o no responsable penalmente, en función de sus características psíquicas: “Tenía plena conciencia y plena voluntad. Con la cabeza y con el corazón. Sabía lo que hacía, quería matar y mató a su hijo”.

Para la defensa, por contra, las especiales circunstancias del cuadragenario sentado en el banquillo, a tratamiento psiquiátrico durante la niñez y con una capacidad intelectiva “límite”, deben ser tenidas en cuenta en el veredicto: “No es lo mismo una persona que actúa a sangre fría que alguien que no pudo entender que la estupidez que estaba haciendo podía terminar con esta tragedia. Es la diferencia entre una persona malvada y una enferma”.

 

"cortocircuito"

Para hablar de esas características fue llamado a declarar el psiquiatra y neurólogo que durante años y hasta hace 15 trató al acusado por la epilepsia que sufría desde la infancia y problemas de aprendizaje. Para el profesional, su paciente “es un enfermo”, que sí pudo ver alterada su voluntad como consecuencia de su trastorno, que vincula a una lesión que le fue detectada en el lóbulo temporal derecho del cerebro en su niñez. Según esta valoración –divergente de la de los forenses que examinaron al acusado tras su detención–, ese trastorno trae aparejados comportamientos irreflexivos, impulsivos: “Actos de cortocircuito”.

Una reacción así podría avalar la tesis de la defensa, que sostiene que al hombre “se le cruzó el cable” en el momento en que, hablando por teléfono con la madre del bebé, escuchó un walkie talkie de la Guardia Civil y se sintió acorralado. En su relato, el autor confeso de los hechos admitió haber abierto la espita de la bombona y encendido el mechero, aunque señaló que su intención era quitarse la vida, algo de lo que dudan todos los expertos que lo vieron, incluido su psiquiatra de la infancia, que conoció sus otros intentos de suicidio. “Más que intentos, gestos”, precisó ayer el facultativo, que al igual que los forenses los ve como “intentos de llamar la atención”.

 

"irrelevante"

La matización, a ojos de la Fiscalía, resulta “irrelevante” .“No me importa si intentaba suicidarse o si quería llamar la atención, no importa si se quemó o si intentó salvarlo. Si se hubiera querido suicidar él no estaría aquí y el niño estaría correteando, pero no se suicidó, y él está aquí, y el niño, en el cielo”, recalcó.

Un argumento que no comparte la defensa, que emplazó a los jurados a impartir justicia con “serenidad, prudencia y tranquilidad”. “A la fiscal le dan igual, pero a la ley no le dan igual la circunstancias que concurren en una persona (...) Él es una persona diferente y es la ley la que obliga a tratarlo diferente”, subrayó. También la representante del Ministerio Público dirigió unas últimas palabras al tribunal ciudadano. “Que sean serios –demandó–, rigurosos, y que piensen en sus hijos y nietos”. n

 

La defensa plantea que el parricida de Paderne mató a su bebé en un arrebato

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