La “Capilla Sixtina” del judo se pintó en apenas tres días

La “Capilla Sixtina” del judo se pintó en apenas tres días
la pareja de artistas plasmó parte de la simbología oriental en la escuela de artes marciales patricia g. fraga

A Daniel y Fran solo les hizo falta un total de 45 botes de pintura y tres días para levantar un pequeño mundo a golpe de spray. El que seguro hará más agradable las sesiones de artes marciales en el gimnasio Bushido de Montrove. Y es que las paredes del centro respiran desde hace unos días aún más de la cultura oriental. Porque las especialidades que se practican allí tienen más sentido si van acompañadas de kimonos tatuados en los muros, los jóvenes se han encargado de darle ambiente a las clases.

Después de hacer un esquema previo con todos los elementos propios del continente asiático, la pareja grafitera estuvo mañana y tarde volcando su creatividad sobre los tabiques y jugando con la improvisación. Ella les regaló unos muñecos haciendo Muay Thai llenos de originalidad. Desde hace una semana, los socios del gimnasio pueden ensayar movimientos de combate con un gran Buda como telón de fondo. Y en medio de un paisaje de montañas donde un tigre acecha entre lo verde.

Los autores se han preocupado de plasmar la simbología de esta parte del mundo así que junto a los macacos en posturas de pelea, está un dragón de grandes dimensiones y un sol naciente. Directos desde O Temple, los artistas callejeros llevan dos años trabajando en equipo. Y más ahora que ambos engordan las cifras del paro: “Como la mayoría de todos los de nuestra edad”.

Sin embargo, el grafiti no tiene listas de espera. Es una forma de hacer arte que engancha. Ellos la practican desde hace diez años. Cuando todavía comían pipas en el parque. Daniel explica que su vinculación con el grafiti llegó de rebote y una vez con el bote de pintura en mano, se empeñó en hacerlo bien y así “hasta el día de hoy”. Fran reconoce que queda mucho para que la sociedad acepte el grafiti como una manifestación artística más pero cree que poco a poco la gente va apreciando el talento que hay detrás del pulverizador.

Por su parte, el responsable del gimnasio, José Luis Valdés, está encantado con el resultado: “Parece la Capilla Sixtina”, dice entre risas. En medio de salas repletas de aparatos de musculación, sus creaciones le dan color al esfuerzo. Lo pintan de figuras que nacen en la cabeza de los que tienen 24 y 26 primaveras en sus mochilas y aspiran a explayar su arte por donde sea.

El centro es un buen escaparate, señalan, para darse a conocer. Entre Daniel y Fran se reparten los metros cuadrados. Cada uno tiene sus preferencias, cuenta Daniel, y al final, es la propia pared la que les dice que el trabajo ya está finiquitado. En este caso, los dos asumen que este encargo se salió de la línea. Fue muy distinto a lo que suelen hacer. En un mundo en el que Oriente y Occidente se dan la mano y las artes marciales comulgan todavía más con la parte asiática, en concreto, con Hawai y Tailandia, que es donde surgió el Kenpo y el Muay Thai.

 

La “Capilla Sixtina” del judo se pintó en apenas tres días

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