La autopsia deja en el aire la participación de la acusada en los asesinatos de Betanzos

a. barbadillo > a coruña
  Pese a la multiplicidad de lesiones que presentaban los cadáveres de José Manuel Gómez, alias Pachá, y Claudia Castelo, y la evidencia del uso de dos armas, los forenses que realizaron las autopsias a los dos jóvenes asesinados en su piso de Betanzos en septiembre de 2008 no lograron determinar si los ataques mortales fueron obra de una o más personas. Fueron tres los peritos que acudieron ayer a la Audiencia Provincial, donde se sigue el juicio por las muertes, para hablar del estudio que efectuaron a los cuerpos, que aparecieron descuartizados en un descampado de la parroquia de Mandiá próximo a la carretera de Covas.  
“No tenemos datos para decir si había dos personas”, señaló uno, ante las insistentes preguntas de acusaciones y defensas. Sus conclusiones podían haber arrojado luz sobre el papel que desempeñó en el suceso Adriana Amenedo, novia por aquel entonces del autor confeso de las dos muertes, Manuel Prado Riveiro, y a la que este implica, tanto en la planificación como en la perpetración de los dos ataques.
De ello puede depender que, como plantea su defensa –el letrado José Ramón Sierra–, salga absuelta o sea condenada a los 47 años de prisión que piden para ella las acusaciones, ocho menos de los que reclaman para su compañero de banquillo.

Armas > Si los forenses no pueden “afirmar con rotundidad” si los agresores fueron uno o dos, sus análisis sí arrojan otros datos relevantes de cara al esclarecimiento de los hechos, como la duración de cada una de los ataquess, que fijan en “unos pocos minutos”. También confirman, tal como ya había advertido el acusado, que ambas víctimas fueron acometidas con dos clases diferentes de arma, una contundente –compatible con el martillo que afirma haber empuñado Prado Riveiro– y uno inciso-punzante, posiblemente un cuchillo.
Las múltiples lesiones que presentaban los cadáveres, más allá de las mutilaciones, dan cuenta también del modo en que sobrevinieron los ataques. En el caso de Claudia Castelo, los informes forenses recogen hasta 60 heridas, de las cuales tres, en la cabeza, fueron contusas y el resto, cortantes. De ellas destacan que la mayor parte se hallaban en la parte anterior de su cuerpo, “lo que significa que hubo lucha”, y algunos en los brazos y la cara. “Hubo resistencia y hubo intento de defensa, sí”, constataron los expertos.

Secuencia > En lo que no logran ponerse de acuerdo los médicos es en el orden en que recibió los golpes y cuchilladas. Según la versión ofrecida por Prado Riveiro, primero le propinó él tres martillazos en la cabeza y, a continuación, su pareja comenzó a clavarle el cuchillo. Sin embargo, uno de los forenses llevados ayer a juicio como perito contradice la secuencia del acusado, al dudar de que la joven hubiera podido revolverse después de recibir los tres golpes, ya que, como mínimo, debieron dejarla “aturdida”, sino “inconsciente”.
Menos controversia plantea la muerte de Pachá, del que los expertos indican que recibió los golpes con el martillo de manera sorpresiva. De su autopsia se concluye que en su caso, esa primera agresión fue muy violenta, dada la aparición de varios fragmentos de los huesos craneales incrustados en su masa cerebral, con lo que, a criterio de los facultativos, el agresor o agresores no necesitaron acuchillarlo en tantas ocasiones como a su novia.
Tanto en él como en ella, las autopsias desvelan que la totalidad de sus heridas –no las amputaciones– se produjeron en vida y que la muerte sobrevino por múltiples hemorragias.

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