La acusada de instigar el crimen de A Cubela declara ahora que se incriminó para proteger a su hija

La acusada de instigar el crimen de A Cubela declara ahora que se incriminó para proteger a su hija
la mujer se enfrenta a una petición de 20 años de cárcel javier alborés

Yonier Alejandro Arenas, el joven colombiano que falleció tras recibir dos puñaladas a medianoche, en enero del año pasado, cuando atravesaba la plaza de A Cubela, vivía pegado a su teléfono móvil. En él guardaba el contacto de sus muchas novias, con las que se comunica a través de Tuenti, Facebook y Whatsapp. Y aunque pocas veces se apartaba del terminal, las relaciones personales que reflejaba su pantalla están detrás del crimen por el que cuatro personas, dos mujeres y dos hombres, se enfrentan durante toda esta semana a un jurado popular en la Audiencia.
Son, según la tesis de las acusaciones, la mujer que instigó el asesinato movida por los celos por la agitada vida amorosa de su examante, el exmarido de esta, el novio de su hija –autor confeso de las puñaladas– y la joven que mantenía a su vez una relación de pareja con este último, y a la que se culpa únicamente de encubrir a su novio y ocultar el arma homicida.
Pero la muerte de Arenas, de 25 años, no puede comprenderse sin un nombre más, el de una adolescente que, por su edad, no se sienta en el banquillo estos días pero que, en vista de las conclusiones de la Fiscalía y la acusación particular, está tan implicada como el resto. “La última pata de esta mesa”, como la definió ayer el fiscal, era también amante del fallecido y es la hija de la presunta inductora.

"escarmiento"
A ella se refirió ayer esta acusada durante su declaración, la última de las seis que prestó desde que fue detenida pasadas dos semanas de la muerte del joven, y en el curso de las cuales llegó a reconocer que había organizado el plan para “dar un escarmiento” a su examante con ayuda de su exmarido y el novio de su hija. El móvil, según dijo durante la instrucción de la causa, castigar a quien había sido su pareja por haber mantenido en paralelo relaciones sexuales con su hija, de entonces apenas 13 años, unas relaciones que descubrió “curioseando” las cuentas de la adolescente en el teléfono móvil.
Eso ocurría, según su propio relato, la tarde del 10 de enero, solo unas horas antes de que Arenas recibiera dos puñaladas, una a la altura del corazón. “Cuando la Policía me cogió me dijo que mi hija llevaba días planeando matar a Yonier, que tenían los mensajes, que había un testigo que la había visto en la escena... Me dijeron que iba a ir tres años a un correccional y luego 15 a la cárcel, y que además estaba embarazada (...) Estaba convencida de que había sido mi hija y decidí echarme la culpa para ahorrarle 18 años de prisión”, afirmó ayer ante el tribunal ciudadano, después de asegurar que la noche del crimen la pasó en realidad en su casa de Culleredo, con su otro hijo, de nueve años.
En esta última versión, fue su exmarido y la propia Policía quien le facilitó los detalles de lo ocurrido aquella medianoche. Pero eso no explica por qué querría su hija acabar con su acompañante, por qué había un cuchillo en la guantera de su coche o ropa oculta detrás de la lavadora de su vivienda, y tampoco los mensajes de Whatsapp que Arenas recibió minutos antes de morir desde el teléfono de ella –aunque a nombre de la hija– y que según el estudio de los repetidores de telefonía se enviaron desde la zona de A Cubela.
Allí la sitúan las acusaciones, que tienen indicios de que el ataque al veinteñaero se gestó como una trampa urdida a través del teléfono móvil de la procesada. Según esta tesis, los celos que sintió al descubrir las relaciones de su hija con su examante la llevaron a convencer al actual novio de la menor de que esta estaba embarazada del fallecido y así ponerlo contra Arenas. A continuación, y siguiendo esta versión de los hechos –que el más joven de los encausados confirma hasta este punto–, la mujer se citó en la estación de buses con Yonier simulando ser su hija y habiendo previamente organizado el ataque con sus dos cómplices.

"prueba fundamental"
Aunque el más joven de los dos presuntos autores –que también declaró ayer– dice no recordar lo que ocurrió desde que se enteró del supuesto embarazo hasta que fue informado de la muerte del amante a la mañana siguiente, existen varias comunicaciones en las redes sociales que van en esa dirección. Las comunicaciones son, según el fiscal, la “prueba fundamental” para esclarecer los hechos, ya que la Policía tuvo acceso a muchos de los mensajes que en aquella semana intercambiaron vía Tuenti, teléfono y Whatsapp este acusado con su novia y con su otra compañera, a la que llegó a confesar online el acuchillamiento mortal.
Los textos son explícitos respecto a la “venganza” que la principal acusada parecía planear contra Arenas, cuando, por ejemplo, la hija le escribe a su novio que “si le pega a Álex ahí su madre se queda tan feliz” o que “el papá de su hermano le va a pegar con usted”. En uno llega a describir el plan: “Después de que tú le des un golpe certero para que caiga, luego no reconoce a mi mamá. Ahí sale ella a botellazo limpio”.
De confirmarse, esta tesis coloca a los dos hombres y la mujer como coautores e instigadora de un asesinato que puede costarles hasta 20 años de cárcel.

La acusada de instigar el crimen de A Cubela declara ahora que se incriminó para proteger a su hija

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