La inspiración se sirve en platos de pulpo

Puede ser una cuestión de supervivencia, pero el caso es que cuando Silvia G. pensó en sus criaturas, desechó la idea de darles una casa de tela. Se fue más allá y llegó hasta formatos que normalmente pueblan alacenas y cocinas. Los platos sobre los que las pulpeiras hacen arte colocando a golpe de tijera los trozos de cefalópodo salpimentados, son hoy el soporte de sus paisajes profanos. La diseñadora cuenta que las piezas salieron por voluntad propia. Sin que nadie las llamara, ella les dio vida simplemente porque le gustan y “las colgaría todas en mi casa”. 
Por eso, el hecho de saber que gustan es el doble de gratificante. Los coruñeses las pueden ver hasta final de mes en la cervecería Malte, de la calle de Los Olmos. Sus horizontes fríos confraternizan con minihamburguesas y cervezas de importación. Aunque muchos brotan de la imaginación de Silvia, otros remiten al curioso hasta Laxe o Vimianzo. Son estampas conocidas como la playa de As Catedrais, teñidas por la personalidad de quien pone presencias en función de si el cuerpo se lo pide o no. 
Sin embargo, la creadora explica que no son totalmente humanos, más bien responden a espectros. Y esto hace aumentar el misterio. Además de los platos del pulpo, Silvia reconvierte posavasos en arte con tinta y acrílicos: “Lo monto encima del plato y les pongo una cinta” para colocarlos junto a figuritas inspiradas en el Black Metal. 
Con un escaparate virtual en el portal Etsy, la artista asegura que tiene mucho mercado en Estados Unidos. Allí es donde más vende, pero poco a poco comienza a conquistar a sus vecinos, que pueden incluso pedir un plato  personalizado a través de la página www.silviagdesign.com o en instagram buscando por Silviagdesign. 
Para Silvia, su colección de arte es un conjunto de visiones apocalípticas que piden paso. Ella se siente cómoda haciéndolas y “como a mí me gustan, tengo un extra de ilusión”.