Inma Chacón | “Viendo los grabados de Castelao se escucha el viento”

Inma Chacón | “Viendo los grabados de Castelao se escucha el viento”
La escritora presentará su novela esta tarde en la librería Moito Conto

De Cobas a Ponzos, hay una maraña de verdes que Inma Chacón apañó como se apañan las patatas en septiembre. Para hacer un pote donde Galicia es una tierra de viudas de vivos, salpimentada con magia y emociones. Supersticiones que la autora saltea entre pequeñas grandes historias de entre finales del siglo XIX y principios del XX cuando el país se despobló de bigotes. En medio, la autora hace un homenaje a Elisa, la abuela de un amigo, que tiene la misma condición que ventiló Rosalía, un concepto que en si es una novela. Ella sabía que no podía dejarla pasar y hoy estará a las 19.00 horas en Moito Conto para hablar de una “Tierra sin hombres”, de Planeta.

¿Cómo está siendo la acogida de la novela?
Estupenda porque salió en septiembre y aún me están llamando. Está muy viva.

¿Qué le llevó a Galicia?
La primera vez que me hablaron de las “viudas de vivos”, de Rosalía, me pareció que en si misma era una novela, una micronovela. Se contaban muchas historias a la vez, era tan evocadora, que merecía la pena. Son mujeres casadas que están sin marido en una tierra como esta, con mucha pobreza y necesidades. Es una vida muy dura, con elementos en contra. El libro es un homenaje a las mujeres, pero también a los hombres que se fueron.

¿A alguna en concreto?
Un amigo me contó la historia de su abuela Elisa e indagé sobre el concepto de viuda de vivos, así que me inspiré en su vida y aunque es una ficción, ella sí que existió.

¿Y los demás nombres que le acompañan?
Los personajes son inventados, pero Elisa tuvo seis hijos y todos sus nombres están.

Y a partir de Elisa, supongo que apareció una Galicia que no conocía.
Sí, el libro me mostró una cara de Galicia que es verdad porque todo el mundo lo asocia a la belleza, dicen: “¡Ay, qué bonito!” con ese paisaje tan intenso y esa cualidad de brillo, de diferentes tonos de verde, del mar... pero otro aspecto es la dureza de las circunstancias que vivían los gallegos.

Sin olvidar las supersticiones, muy presentes en el libro.
Para mí, son un acierto tremendo por parte de los gallegos al meterlas en su cultura. Toda esa parte mágica y telúrica que también existe en otros pueblos pero que aquí se potencia. No hay un solo español que no sepa el refrán de que las meigas, “habelas, hailas”. En otros sitios no se dice, pero aquí se cree en otros aspectos de la realidad no racional. Van a las emociones, a lo intangible de las cosas. A las casualidades se les puede dar muchas explicaciones, pero los gallegos no tienen por qué enmarcarlas en el mundo de la racionalidad. Es como los amuletos. La novela es costumbrista y de misterio, de secretos, de muchas emociones, sentimientos y de amor. Aparecen todas las pasiones del ser humano y de venganza.

Un buen pote el que removió. La comparan con grandes como Torrente.
Nunca mejor dicho. Es un orgullo enorme porque Torrente es un referente. “Los gozos y las sombras” me cautivó con 18 años por cómo fue capaz de trasladar la humedad a las páginas. Lo releí e hice que sucediera también eso en mi libro. Que la naturaleza fuera un personaje.

¿Cómo lo trasladó al libro?
Para escribirlo, me refugié en Rosalía de Castro, Emilia Pardo Bazán o Castelao, Viendo sus grabados se escucha el viento. La escribí en Vélez (Málaga), en la finca de una amiga. Fue apasionante porque antes pasé unos días recorriendo todos los rincones de la novela, desde el cabo Prior, el alto de Bailadora, Ponzos, la mina de oro, el barrio de Esteiro, la plaza de Armas de Ferrol... Hice muchas fotografías y esa ciclogénesis explosiva, que no me dejó abrir la puerta del coche en cabo Prior; la lluvia y después el sol. La gente se extraña que una extremeña hable así de Galicia. l

Inma Chacón | “Viendo los grabados de Castelao se escucha el viento”

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