La inanición condena a la calle ubicada en tierra de nadie

La inanición condena a la calle ubicada en tierra de nadie
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La pérdida de fuelle comercial y hostelero del centro durante los últimos años no dejó ver lo que ocurría más allá del entramado de calles más concurridas por los coruñeses. Pero la recuperación repentina de la zona Obelisco por el toque de la varita mágica del emprendimiento permite explorar otras vías que se habían quedado en el anonimato. Además de los cierres que se sucedieron en San Andrés, dejando a medio gas su atractivo consumista, la avenida de Finisterre fue una de las que más sufrió y aún continúa en el camino hacia la decadencia.
En ese punto del callejero se da la paradoja de que, siendo una de las arterias con más volumen de tráfico de la ciudad, los empresarios han abandonado paulatinamente los locales. Sin apenas hacer ruido fueron cerrando negocios que dejaron su espacio al vacío hace años o meses. Otros lo harán en las próximas semanas pues los carteles de “Se alquila” o “Se vende” pelean con unos pocos de “Liquidación”. La inanición está acabando con el tejido empresarial de la avenida, que además no cuenta con una red en forma de asociación de comerciantes, pues se encuentra en tierra de nadie.
La zona con más ambiente es, de hecho, la única que está bajo el paraguas de un colectivo que promueve la supervivencia de los establecimientos. El resto de la calle no tiene quien lo quiera. “Nosotros abarcamos el tramo comprendido entre Médico Rodríguez y Paseo de los Puentes, que es donde hay más movimiento”, explica la presidenta de la Asociación de Comerciantes Área Viva, Olga Pastor.
“El tramo que va desde la iglesia hacia arriba está más parado, en primer lugar porque la avenida es muy transitada pero para trabajar y la gente pasa mucho en coche o en autobús”, recalca. También le echa la culpa a la empinada cuesta que tocaría subir para hacer compras o ir a tomar unas copas.
“Si quiere pasear, la gente va a una zona llana”, comenta y alude a que, quizá, si hubiese un gran escaparate muy llamativo los clientes se decidirían a ceder unas calorías a cambio de un producto especial. En la misma idea del desnivel que hay que salvar incide el presidente de la Federación de Comercio de A Coruña, Miguel Agromayor, que afirma: “Lo que podría subsistir es un comercio muy especializado porque coches pasan muy rápido y no hay donde aparcar”.
Pese a todo, Agromayor augura un gran ocaso para la avenida de Finisterre porque es lo que les queda “a las calles que no sean núcleos comerciales muy concretos”. Él defiende que, de hecho, los coruñeses no son capaces de garantizar la permanencia de todos los negocios que se montaron en la ciudad. “Ahora parece que hay un aumento de los locales en el centro pero el 90% de las cosas son de hostelería debido al gran auge del turismo el año pasado”, razona. 

La inanición condena a la calle ubicada en tierra de nadie

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