La arquitectura de Antonio Tenreiro resiste con solidez a pesar de las inevitables reformas

La arquitectura de Antonio Tenreiro resiste con solidez a pesar de  las inevitables reformas
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A escasos tres años para que alcance la centuria, los propietarios del emblemático edificio Banco Pastor, situado en plena milla de oro coruñesa, han decidido retirarle la pátina a sus fachadas y devolverle, en lo posible, el aspecto que lucía cuando Antonio Tenreiro Rodríguez, en 1922, hizo entrega de una de las obras arquitectónicas que lo han hecho pasar a la posteridad.


Esta más que loable decisión desata el interrogante del estado de conservación en el que se halla el resto de la prolífica creación herculina de un urbanista que, en compañía de Rafael González Villar, se encuentra en la cúspide de la arquitectura gallega.


A escasas decenas de metros se encuentra el edificio conocido como Atalaya, en su momento concebida como biblioteca y vivienda del responsable del cuidado de los jardines de Méndez Núñez. Esta arquitectura de marcado carácter cubista, proyectada para ser contemplada dando un rodeo, se encuentra en buen estado aunque una serie de pintadas, dignas de otro lienzo, no embellecen precisamente su aspecto. 


Un poco más alejado, ocupando parte de la avenida de Linares Rivas y de la calle de Emilia Pardo Bazán, se yergue un inmueble que Pedro Barrié mandó construir para destinarlo a viviendas de alquiler.


La Casa Barrié, de concepción clásica con elegantes cúpulas y cubierta amansardada, muestra una estética digna, de lo que se deduce que los actuales propietarios muestran preocupación por su apariencia exterior. La fortaleza estructural se le supone.el ideal gallego-2019-03-17-014-87a954eb


Sin salir de la calle, que rinde homenaje a la autora de “Los pazos de Ulloa”, el visitante se encuentra a los pies del número 5.

“Es uno de los conjuntos más representativos de la arquitectura habitacional del racionalismo de los años 30”, afirma el especialista de la Universidad Francisco Xabier Louzao Martínez en “Historia de la arquitectura en Galicia: del Neoclasicismo a la autarquía”, publicado en 2015.


El paso del tiempo y, cómo no, de los transeúntes no ha hecho especial mella en su fisonomía y solo la acción de la meteorología ha quitado brillo a la fachada.

Plaza de San Agustín 
Para continuar con el examen hay que dar un pequeño salto, geográfico y temporal. Es preciso desplazarse hasta la plaza de San Agustín para contemplar otra de las creaciones más destacadas de Tenreiro: el mercado de abastos.


“Es la obra pública trascendental del Racionalismo gallego (...) Una propuesta muy arriesgada dado el lugar y la época”, apunta Louzao de un inmueble levantado en 1936 y que se caracteriza por “una inmensa bóveda de hormigón armado”.


Y a pesar de su utilidad pública y diaria, sus fachadas, salvo discutibles “intervenciones pictóricas”, se encuentran en muy buen estado.

Un diagnóstico, este, que comparten los cuatro edificios que constituyen lo que ahora se denomina Campus de Riazor.

La arquitectura de Antonio Tenreiro resiste con solidez a pesar de las inevitables reformas

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