Los fuertes vientos dejaron sin luz el área y colapsaron los servicios de emergencias locales

Los fuertes vientos dejaron sin luz el área y colapsaron los servicios de emergencias locales
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La ciudad y, sobre todo, su área metropolitana, se despertaron ayer como si sufrieran una resaca: los vecinos salieron a la calle para observar las docenas de pequeños daños provocados por los fuertes vientos y que mantuvieron en pie de guerra durante  toda la jornada en los servicios de emergencia. Los más afectados fueron los vecinos de Oleiros, donde descubrieron que el fuerte viento había empujado árboles contra los postes eléctricos o había segado estos últimos,  dejando a más de 8.200 casas sin luz, pero también se dieron casos en Bergondo y en el centro de A Coruña, en la calle Arévalo.  
Las incidencias se contaban por docenas; rachas de casi 130 kilómetros por hora habían recorrido durante la noche los municipios del área causando estragos: arrancando cubiertas de edificios, derribando árboles y desgajando señales. Solo en Sada, el Ayuntamiento contabilizó trece árboles derribados y en Bergondo, otra ráfaga tronchó una rama de un tejo protegido que crece en el plaza de Baldomir, el mismo para el que el Ayuntamiento había pedido a la Xunta autorización para su saneamiento. Es más, en la parroquia de Bos, en este mismo municipio, un poste cortó el servicio de telefonía.

huracanado
En la ciudad, el alto número de incidentes (se contabilizaron más de 50) mantuvo a los bomberos desplazándose de un punto a otro sin apenas descanso. El viento huracanado parecía no haber respetado nada: ni semáforos, de los que descabezaron tres (dos en la ronda de Outeiro y otro en el Paseo Marítimo) ni centros educativos, cuyas cubiertas resultaron muy dañadas por las rachas. Entre estos últimos se encontraban el Ángel Casal y el Sanjurjo de Carricarte, en Monte Alto, así como el Centro de Actividades Formativas de Los Rosales. Los bomberos no daban abasto y, en muchos casos, se vieron obligados a realizar reparaciones de emergencia para regresar más tarde y completarlas.
“El problema es que la uralita es muy complicada de retirar. Lleva bastante tiempo hacerlo”, se lamentó un bombero mientras se dirigían a atender otra llamada, esta vez en la calle Justicia, donde una ventana colgaba y amenazaba con precipitarse a la calle. 
También hubo que practicar numerosas intervenciones en cornisas, como el edificio de la Tesorería de la Seguridad social, en la plaza de Vigo. Pero no solo Bomberos o Policía Local trabajaron: también operarios privados se dedicaron a limpiar el desastre provocado por el temporal, como fue el caso de los grandes carteles situados a la altura del número 68 de la avenida de Oza, que se habían desplomado y tuvo que ser reducido a chatarra a la espera de ser retirado. En total fueron retiradas once vallas publicitarias solo por los servicios de emergencia. 
Además, los parques y jardines permanecieron cerrados por orden de la Concejalía de Medio Ambiente, precaución que se reveló necesaria después de que el aire tumbara nueve árboles en distintos puntos de la ciudad, según fuentes municipales.  

alerta naranja
En cambio, las incidencias en costa fueron muy escasas. Uno de los puntos más afectados por el temporal fue el municipio de Oleiros, donde el mar embravecido lanzó ola tras ola contra la playa de Santa Cruz, donde el paseo llegó a desaparecer. Pero lo peor se esperaba a las nueve de la noche, con la llegada de la pleamar, con el temporal aún en alerta naranja.
En realidad, la costa ayer fue un lugar prohibido en toda el área, con los servicios de emergencia vigilando que ningún curioso se acercara demasiado como para ser alcanzado por un golpe de mar. En la ciudad se mantuvieron cortados los accesos a los arenales por el dispositivo formado por los Bomberos y la Policía Local.  
Pasadas las siete de la tarde, el mar comenzó a batir con fuerza, obligando a extremar la vigilancia. No fue hasta las tres de la madrugada que se dio por finalizada la alerta naranja por vientos, aunque el Paseo Marítimo seguirá cortado esta mañana, porque se esperan ondas de hasta ocho metros de alto. n

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