Flores y paraguas a partes iguales en el recuerdo a los que ya no están

Flores y paraguas  a partes iguales en el recuerdo a los que ya no están
Flores y paraguas a partes iguales en el recuerdo a los que ya no están

La lluvia amenazaba con hacer acto de presencia durante toda la mañana y su tregua solo duró hasta pasadas las 12.30 horas. Su llegada obligó a los miles de coruñeses que en ese momento se encontraban en los cementerios de la ciudad a abrir los paraguas para resguardarse. En el caso de San Amaro, donde también se encontraba buena parte de la corporación municipal, las familias se apresuraban a depositar los ramos de flores en los nichos y apurar las salida del camposanto.
La lluvia no solo enturbió la visita de los coruñeses a sus difuntos, sino que complicó, y mucho, el tráfico, sobre todo en la zona de Orillamar. Como ya pasó a lo largo de la mañana del jueves, ayer, sobre el medio día, y a pesar del operativo especial de la Policía para regular el tráfico, la afluencia masiva de vehículos particulares hizo muy difícil mantener cierta normalidad en la circulación.

tráfico
El aumento de las frecuencias de las líneas de autobús no fue un reclamo suficiente para disuadir a los coruñeses de acudir en sus propios coches a los cementerios. Esto provocó retenciones importantes en la subida de la calle Orillamar y en la bajada de la calle de La Torre. Tampoco era tarea fácil encontrar un sitio libre para aparcar. Incluso los espacios del Paseo Marítimo estaban completamente ocupados. Esto provocó que muchos conductores optaran por estacionar en doble fila o detener el vehículo en el único carril de circulación para que las personas mayores se bajaran del coche. La presencia policial no disuadió a muchos de realizar estas prácticas, que complicaron en gran medida la fluidez del tráfico.
Las floristerías también trabajaron a un ritmo frenético durante toda la mañana. La escena del jueves se repetía en las más cercanas al cementerio: establecimientos abarrotados y colas que llegaban hasta la mitad de la calle. Con precios más abultados que en otras épocas del año, los coruñeses no quisieron renunciar a rendir homenaje a sus difuntos con la colocación de flores en sus nichos y panteones.
El ir y venir de los ciudadanos durante todo el día dejó una imagen de cientos de miles de flores paseando por las calles aledañas, camino del cementerio. De paso, a muchos se les hacía irresistible el hecho de pegar los ojos a los cristales de las pastelerías de la zona. En sus escaparates, a los habituales dulces de todo el año se suman las especialidades de esta época: buñuelos y huesos de santo que hacían las delicias de los golosos. Tampoco escapaban a la atracción los que paseaban con niños, “que son los que mandan”, comentaban entre bromas los abuelos. n

Flores y paraguas a partes iguales en el recuerdo a los que ya no están

Te puede interesar