Una familia de Penamoa se instala en el parking del Ágora al no tener un lugar donde vivir

Una familia de Penamoa se instala  en el parking del Ágora al no tener  un lugar donde vivir
Los Servicios Socailes se encuentran justo enfrente de las furgonetas, en el Ágora | castaño

El aparcamiento del Ágora, que el  Gobierno local construyó como una solución provisional a la falta de espacio para aparcar en la zona, es también la solución provisional a la falta de una vivienda para una familia procedente de Penamoa. Desde hace cerca de un año los Silva residen en una furgoneta en un rincón de la explanada, bajo unos carteles publicitarios: una pareja mayor con dos hijos a los que hace unos meses se les unió una tercera hija y su yerno, que viven en otro lado del aparcamiento, en una furgoneta con las ruedas deshinchadas junto a un turismo con las ventanillas tapadas con cartones. La asociación de vecinos de O Ventorrillo asegura que el Ayuntamiento ya está buscando una vivienda donde realojarlos.
El asunto viene de lejos,  pero últimamente los vecinos perciben una mayor actividad y hay voces que apuntan a tráfico de drogas. “Eso es lo que piensan algunos, aunque por el momento no hay nada confirmado”, apunta José Ángel Souto, el presidente de la asociación. Los acampados reconocen que existe menudeo de droga, pero aseguran que no son ellos los responsables, sino un grupo de rumanos que está causándoles problemas.
Extorsión
Al parecer, estos sujetos aparecieron hacen una semanas y comenzaron a extorsionar a la familia gitana. “Quieren que les dé dinero por dejar que me quede aquí. Pero yo no tengo. Si tuviera dinero ¿Iba a vivir aquí?”, se pregunta José Antonio Jiménez desde el interior de la furgoneta donde duerme. No es un lugar cómodo para pernoctar, reconocen tanto él como su esposa: el aparcamiento del ágora está expuesta la viento y a la lluvia y por la noches la furgoneta se tambalea, pero la presencia de los rumanos ha hecho que todo se vuelva peor.
“Nos tiran piedras a la furgoneta y se ríen. Dan vueltas con el coche alrededor nuestro”, denuncia Jiménez, que asegura que han llegado a enfrentarse a la Policía Local, que ha tenido que llamarles al orden en más de una ocasión. De momento, el Cuerpo municipal ha recibido orden de mantener una mayor vigilancia sobre el lugar, y estar atento a la aparición de narcotráfico.
Otro problema muy distinto es qué hacer con los antiguos chabolistas. El cabeza de familia se encuentra actualmente hospitalizado, debido a molestias en las piernas. Es una persona mayor y su mujer está mal de la vista, mientras que uno de sus hijos sufre problemas auditivos. Mar Pilar Silva asegura que hace tiempo que los Servicios Sociales, radicados a escasos pasos, en el Ágora, están al tanto de su situación, sin que por el momento haya cambiado nada. “Nos dicen que están muy ocupados, que lo nuestro lleva tiempo”, afirman.
Desde Meicende
Tanto la familia Silvia como Jiménez son antiguos residentes de Penamoa. Después de que el antiguo núcleo chabolista fuera arrasado para construir la Tercera Ronda, sus habitantes fueron realojados en lugares como Meicende, de donde viene Jiménez. “Vívía allí como mi padre y mi madre pero murieron”, explica el afectado. Por lo menos su madre cobraba también una pensión. Igual que él, que percibe una pensión no contributiva, pero al no poder permanecer en su casa de Meicende, se quedó en la calle.
No es la primera vez que se ponen de relieve los defectos del plan de reubicación de Penamoa, llevado a cabo por el bipartito encabezado por el socialista Javier Losada. La mayoría de las familias de etnia gitana que fueron incluidas en él siguen instaladas en la precariedad y recibiendo asistencia social, sin una salida clara. Mientras tanto, el equipo Hábitat Digno del Ayuntamiento está buscando un nuevo hogar para esta familia. l

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