Expertos elaborarán este año las bases para musealizar Elviña

Expertos elaborarán este año las bases  para musealizar Elviña
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Porque castros en Galicia hay miles, el arqueólogo que está al frente de las últimas campañas realizadas en el de Elviña, Marco Antonio Rivas, señala como imprescindible la elaboración de un discurso que lo diferencie del resto. Ingredientes no le faltan. Además de las cuatro hectáreas y media que se calculan que ocupa el yacimiento, de las que solo se han trabajado 6.300 metros cuadrados, están las terrazas agrícolas que han salido a flote y que hablan de un paisaje coruñés preparado ya en el siglo XII para usos agrícolas. Es por eso que una vez que acabaron los trabajos en 2013 con una tercera entrada a la fortaleza documentada, el equipo se enfrentó al dilema de seguir excavando o consolidar las estructuras descubiertas.
Los expertos decidieron entonces hacerlas masticables con un proyecto que el Ayuntamiento sacará a concurso y sobre el que redactaron en 2014 las directrices para que la empresa adjudicataria no se desvíe de lo principal. Aunque el arqueólogo desconoce las fuentes de financiación, desde María Pita aseguraban estar preparando un plan que pusiese en valor el trozo de prehistoria visible.
Para Rivas, se trata de que todos puedan comprender lo que lo que para él es “uno de los castros más importantes de Galicia y posiblemente de España”, pero del que “en la actualidad, no se entiende ni la estructura ni la monumentalidad de lo que contiene”. Con unas bases fijadas de antemano, lo siguiente será convertirlo en atractivo para la gente. Precisamente, la musealización del castro es una demanda de años por parte de los principales historiadores de la ciudad. Un paso firme para provocar interés entre los turistas y los propios vecinos, que desconocen el tesoro soterrado. El técnico de gestión cultural, Felipe Senén, que dirigió las excavaciones a finales de los años 70, lo lleva exigiendo desde hace tiempo: “Habería que sacarlle rentabilidade con un centro de recollida de visitas, onde cada un pagaría algo e dar traballo así a unha serie de persoas”.
El experto no entiende cómo a estas alturas no está dotado con los servicios básicos como baño, cafetería y tienda de souvenirs y lamenta la firma de convenios millonarios por parte del Ayuntamiento que no llegaron a buen puerto.
La necesidad de personal vigilando la infraestructura es otra de las claves para diferenciarlo, según el arqueólogo municipal: “No cabe duda, pero siempre insisto que el patrimonio cultural no es un gasto, es una inversión y una ciudad que cuida su patrimonio a la larga se ve beneficiada”. Más allá de los números, A Coruña ganaría en riqueza arqueológica y etnográfica.
Rivas calcula que a partir de que se licite la actuación, que califica “como una de las más grandes de las que se hicieron hasta ahora”, les esperan cinco meses de trabajo de campo “donde recogeremos datos en bruto” para encerrarse en el despacho tres meses más con el objetivo de interpretarlo en una memoria técnica, que servirá para que especialistas de distintos campos se planteen una futura puesta en escena.
Lo ideal, según Rivas, sería comenzar en verano. En este punto, los arqueólogos y restauradores intervendrán en las tres entradas: la del sureste de 1985, la del suroeste documentada en 2002 y la última que fue definida en 2013. Sobre la punta del castro, el equipo excavará el espacio que existe entra la Casa de Excedra y el templo del ídolo fálico y también la parte interna, donde le darán volumen a la entrada y se acabará de descubrir el torreón.
En este sentido, retirarán los testigos, que responden a una metodología utilizada en los 80 para definir el asentamiento castreño. De esta forma, los visitantes visualizarán el conjunto para irse a la entrada de 2013, en la que se consolidarán los dos torreones y el acceso, “con un enlosado muy bien conservado y un camino transversal”. Allí realizarán una reintegración de los muros con piedras que se desprendieron para construir terrazas y  que se volverán a colocar distinguiéndolas de la parte original.

caso único
Rivas recuerda que el de Elviña es un caso único porque de los 6.300 metros cuadrados que ven la luz, 800 corresponden a espacios de habitaciones y cabañas. El resto son espacios públicos. Esta singularidad se suma al hecho de que se situaba en un punto estratégico para controlar las vías de comunicación con la península coruñesa.
Esto hace pensar, según el arqueólogo, que A Coruña era importante en la Edad de Hierro: “Normalmente se le da énfasis a su época romana, pero toda la península está rodeada de yacimientos”. Y esto hace ver que la ciudad era el epicentro ya por entonces. Su red marítima y terrestre estaba bajo vigilancia por los que tenían su casa en el castro de Os Castros, con vistas al fondeadero de Oza; los de Nostián, “que dominaban la zona de O Portiño”, y los que dormían en Pastoriza y Punta Langosteira, “que cortaban el acceso de A Coruña”. Asimismo, dentro de la propia urbe existen cuatro solares con material castreño, lo que da una idea del nivel de habilitabilidad que soportaba.

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