Una excavadora tira la casa expropiada del Ofimático tras una tensa mañana

Una excavadora tira la casa expropiada del Ofimático tras una tensa mañana
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Después de más de tres horas de resistencia, Álvaro Corral cedió a la presión de la Policía Local y aceptó bajar del desván de su casa de San Vicente de Elviña, al lado de Alfonso Molina, donde se había atrincherado durante toda la mañana. Roberto Rivas, el bombero que alcanzó notoriedad por negarse a colaborar en el desahucio de Aurelia Rey, se encontraba entre los más de 20 manifestantes y fue el último en abandonar el tejado. \“Tratamos de resistir ata que caducara a orde de desaloxo, pero esta é unha loita utópica: eles teñen máis forza e medios\”, confesó.
El desalojo del edificio, que ocupa un espacio destinado a un viaducto del Parque Ofimático, estaba programado para las nueve de la mañana. Fue el primer desalojo forzoso llevado a cabo por agentes municipales, y se llevó a cabo con rapidez bajo las órdenes del jefe de la Policía Local, José Brandariz. A las seis cortaron las calles y un cuarto de hora después de las nueve comenzó el asalto: los activistas de Stop Desahucios se habían encerrado en la propiedad, encadenándose a la puerta y cerrando la verja con otra cadena tras la que colocaron un coche pero a pesar de estas precauciones, fueron tomados por sorpresa: la Policía Local empleó la pala de una excavadora para practicar un enorme boquete por el que se coló un grupo de agentes del 092 con equipo antidisturbios.
El patio estaba lleno de manifestantes, 18 personas sentadas ante los escalones de la entrada que fueron desalojadas (algunos, llevados en volandas hasta el exterior al oponer resistencia pasiva) así como tres representantes de la prensa, que fueron los primeros en ser llevados al exterior. Resultó más problemático expulsar a los cuatro manifestantes que se habían encadenado a la puerta principal de la casa, entre ellos se encontraba el concejal del BNG Xosé Manuel Carril.

Punto muerto
Aquí sí que fue necesario emplear la fuerza para inmovilizar a los manifestantes y poder cortar las cadenas para lo que se empleó una sierra radial. \“Un policía enorme sentouse enriba de mín e tiroume da man, fíxome un esguince\”, denunciaba una de las activistas, ya al otro lado del cordón policial. Pero al entrar en la vivienda los agentes se encontraron con que Álvaro Corral se había refugiado con su hijo de 16 años y el abogado Antonio Vázquez en el desván y que había roto la escalera de madera para que no se pudiera acceder y colocado una chapa. Era un punto muerto que duró tres horas.
La situación empeoró para las autoridades cuando Rivas, acompañado del sindicalista Adolfo Naya y otra activista salieron al tejado y se ataron con equipo de escalada. La excavadora comenzó a demoler el cobertizo de tejado de uralita donde Corral tenía su taller de motos, así como su jardín, del que arrancaron varias especies, como un acebo y un drago. \“No quise verlo. Cuando vino la excavadora...\”, se lamentaba el afectado. El 092 llamó a los bomberos para retirar a la gente del tejado, pero en este servicio hacía tiempo que habían llegado a un acuerdo para no participar jamás en un desalojo. \“Estou orgulloso deles\”, diría después Rivas.
Fueron los propios agentes, subidos en una cesta elevada por un brazo articulado, los que se hicieron cargo. En el desván se encontraron con Vázquez y Corral, tumbados en colchones. \“Preguntaron si íbamos a resistirnos y le dije que solo estaba leyendo el periódico\”, explicó el abogado. La Policía convenció al expropiado de que era mejor desistir y, tras la promesa de que si todo acababa ahí no habría detenciones, les hicieron bajar por la escalera del desván.
El alcalde, Carlos Negreira, se mostró satisfecho del desenlce: \“Hemos ofrecido las soluciones que podemos causando el menor daño a los implicados\”. Pero Corral ya anunció que interpondrá una denuncia al Ayuntamiento por dañar especies vegetales protegidas y el manejo inapropiado de la uralita.

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