“Escribir el libro fue como ir a la recuperación de septiembre”

“Escribir el libro fue como ir a la recuperación de septiembre”
Jabois habló de su libro en la Fundación Seoane javier alborés

El 11 de marzo de 2004, Manuel Jabois no se despertó hasta las doce cuando las víctimas de Atocha ya se contaban por decenas. Cuenta que escribir “Nos vemos en este vida o en la otra” (Planeta) fue como un ejercicio de compensación a esas horas perdidas: “Fue como ir a la recuperación de septiembre”, aunque desde que lo vio en el teletexto, le faltaron piernas para correr hasta la redacción.
El periodista habló ayer en la Fundación Seoane dentro del ciclo “Letras de Outono” que se alió con el rigor para destilar toda la trama que se acunó entre Madrid y Asturias y aliñar la ensalada de nombres que suministraron la dinamita a los terroristas islámicos que perpetraron la matanza, sobre todo, uno en particular, Gabriel, “El gitanillo” y también “Baby”, el único menor y al que Jabois entrevistó. De ese encuentro, el autor se queda con su sinceridad, de frase corta, eso sí, pero contundente porque “me dijo que lo haría igual si supiese que eran explosivos y como periodista se lo agradezco. Hay que tener mucho coraje para decir eso”.
Todas sus respuestas las juntó a la documentación que recopiló de unos y otros diarios: “Me llevé un fajo de papeles de Sanxenxo a Madrid, un verdadero caos” al que puso orden. Es algo que se le da bien, reconoce, y en la descripción de los hechos no duda en abrir paréntesis para verificar o no la versión: “Me pone cachondo que digan si no saben si ocurrió”. Así que hizo simplemente lo que le gustaría leer para darle forma a un “relato periodístico donde el rigor es inevitable, no hay lugar a licencias literarias”. Quizá porque la realidad supera siempre a la ficción y “a veces tenía que volver sobre los papeles porque no daba crédito”, la tentación novelística no llamó a su puerta.
El parto de la madre de Baby coincide en el tiempo con las detenciones y los planos se superponen como en un película, de la vida familiar y la que el chaval llevó en la calle, que fue la que le hizo conocer a Emilio Trashorras, “que ejerce una fascinación sobre Gabriel”: “Se mueve en un mundo deprimente”, del que pudo salir porque el capítulo le pilló muy joven y “tuvo la suerte de pegar el estirón en el centro de menores y eso le arregló un poco las cosas a la hora de empezar otra vida”.
Entre Avilés y Madrid, Jabois se detiene en otras coordenadas que la memoria colectiva borró como la muerte del GEO Francisco Javier Torronteras en el asalto al piso de Leganés y la posterior profanación de su cadáver. Y es que, en su opinión, hubo “un ejercicio voluntario de amnesia, a pesar de las pruebas y los juicios”.
Para Jabois ocurrió como con el montaje del 23F de Jordi Évole, donde “hubo gente que se subió a esa burra y no se bajó” y en definitiva, Baby no fue más que “una de las partes sustanciales del mal, pero no una víctima porque las víctimas están todas muertas y mutiladas”.

“Escribir el libro fue como ir a la recuperación de septiembre”

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